lunes, 15 de octubre de 2007

LAS RELIQUIAS NADTHAR - En Alazdam (Cap. I)

Y despues de tanto tiempo sin publicar (cuestión de tiempo), he vuelto recargado xD. Aqui les presento una nueva historia titulada Las Reliquias Nadthar (Gracias Alandur y Malfuin).
Espero que les guste y que por ahi comenten haber que tal.
Con ustedes Las Reliquias Nadthar.

En Alazdam - Cap. I

—Anda Hälen. Dile su destino. Cuéntale la profecía.
—Si gran Thatgeir. –Dijo el hada, se inclinó y voló.
Halen iba en dirección a la casa de Faratheir, siguiendo las instrucciones de el gran Thatgeir. El rey más poderoso y famoso de la tierra Conocida y sin Conocer.
Hälen, El hada, iba en busca de Siveltheir el hijo de Faratheir.
—El chico será nuestro salvador y la profecía se cumplirá tal como el gran Thatgeir lo dijo.
Hälen esquivaba los árboles y ramas que se le ponían en su camino. Hasta que al fin llego.
La casa era una choza pequeña en donde los dos elfos, Faratheir y Siveltheir, vivian.
Siveltheir era un elfo de no más de 15 años de edad. Era curioso e inteligente.
Faratheir, su padre, había servido al rey hacia casi 90 años. Era un elfo fuerte y trabajador.

Dos golpes leves como de una piedra se escucharon.
—Padre, tocan la puerta. —Grito Siveltheir que se encontraba en la sala tallando una espada de madera
—Abre. —Grito Faratheir desde el piso de arriba.
Siveltheir se acerco a la puerta, la abrió y una luz brillante le golpeo. Era Hälen. Pero El hada no dejo caer al chico. En el preciso instante en el que Siveltheir iba a caer, Hälen tomo su forma humana y lo sostuvo. Faratheir no escucho, así que el hada lo llevo al potrero donde lo despertó.
—Chico. Siveltheir. —Decía el hada.
Siveltheir se despertó adormecido.
— ¿Que cosa eres? —Pregunto asustado.
—Me presento. Soy Hälen. Princesa del reino de las hadas, FaryTown y servidora de Alazdam. Has sido elegido por el Gran Rey Thatgeir para ser nuestro próximo gobernador.
— ¿De que hablas? —Decía Siveltheir confundido.
—Siveltheir, hijo de Faratheir. Tú eres el elegido del que habla la profecía.
— ¿Que profecía? —Pregunto Siveltheir.
—Que, ¿acaso no la conoces?
Siveltheir negó con la cabeza.
—La profecía se ha enseñado por generaciones y generaciones…
— ¿Pero, de que habla? —Interrumpió el elfo.
—Un mal está desatado en nuestra tierra y las razas de ella están en peligro. Ganford, un malvado rey de las tierras del norte anda en busca de la destrucción total de hadas, hombres, elfos, enanos, duendes, dragones y toda criatura mágica de la tierra. Solo alguien podrá hacer algo por destruir ese mal.
— ¿Pero yo que tengo que ver en eso? –Decía ingenuo
—La profecía dice, que quien destruirá al malvado será un elfo, joven y sabio. Ese eres tu Siveltheir. El gran Thatgeir está maldecido por Ganford, y la muerte caerá en poco sobre el. Solo tú podrás reinar al final de esto, pero solo si destruyes el mal. Si no, todo se tornará oscuro y las pocas criaturas que queden se volverán a los ejércitos de Ganford. Siveltheir, eres El Elegido.
Siveltheir no sabia que decir.
—Pero Hälen. ¿Por que esta tarea se me ha dado a mí?
—Por que así lo dice la profecía. Y el Gran Thatgeir, con su sabiduría ha sabido que eres tú.
—Y, ¿cual es mi trabajo con El elegido? —Preguntó el elfo.
—Primero tendrás que ir a hablar con el Rey Thatgeir. El te dará las primeras instrucciones. Salgamos ya. Yo te conduciré hasta el.
El elfo y el hada salieron del pesebre.
— ¿Y mi padre? —preguntó Siveltheir preocupado.
—Tranquilo. El rey le mandará una carta diciéndole que tú no volverás por que el destino de nuestro mundo está en peligro.
El hada agarró de la espalda a Siveltheir, extendió sus alas y voló.
Minutos después vieron el gran castillo, desde donde el rey Thatgeir gobernaba.
—Allí está. La Torre de Alazdam. —Dijo el hada.
Hälen aterrizó, bajó sus alas y dejó al chico.
—Anda. —continuó Hälen mientras caminaba a la puerta.
El elfo caminó con miedo al lado del hada.
—Tranquilo, en Alazdam todos ya saben quien eres tú.
En la puerta dos guardias vieron sorprendidos.
— ¡Salve Gran Príncipe Siveltheir! —Dijeron los guardias a coro, inclinándose ante Siveltheir.
— ¿Príncipe? —Preguntó Siveltheir a Hälen. —Si. —Respondió el hada— Así está la profecía. Tú sustituirás al Rey.

Entraron al castillo. El salón principal era un gran aposento, lleno de cuadros con marcos de oro, estatuas de animales y en el centro unas escaleras en estilo caracol con barandillas de oro.
—Venga, sube. —Dijo Hälen.
Los dos subieron las escalas. Al final de estas había un pasillo largo, con puertas de aposentos a los lados, pero una sobresalía entre todas; la que estaba a uno de los extremos del pasillo.
—Esa es la puerta del rey. —Dijo el hada señalando la puerta del extremo. Una puerta adornada con diamantes y perlas. Con marco de oro y plata.
Hälen tocó a la puerta y el Rey, dentro, contestó.
– ¿Hälen? –Preguntó el Rey. – ¿Eres tu?
–Si gran Thatgeir. Obedeciendo a tu mandato, he traído al chico. –Dijo Hälen.
–Pasa. –Contestó el Rey.
El hada abrió la adornada puerta e hizo seguir al chico.
–Vamos Siveltheir, pasa.
Siveltheir y el hada entraron. El cuarto del Rey era un aposento más grande que cualquier cuarto al que Siveltheir hubiera entrado. A uno de los lados había un piano, una cama grande de oro y diamantes. Había cuadros en las paredes, una larguísima alfombra de colores y al final de esta, dos sillas grandes de oro y plata y en una de las sillas el Gran Rey Thatgeir, estaba sentado.
Hälen y el elfo, estando cerca de las sillas se inclinaron ante Thatgeir. El rey les dio una bendición y les pidió que se pararan.
–Siveltheir. –Dijo el Rey gozoso inclinándose ante el elfo.
El chico, al igual que el hada se quedó sorprendido.
–En verdad eres tú. Esclavos. –Gritó Thatgeir– Tráiganle una silla al chico.
Uno de los esclavos la trajo, puso la silla en el piso y se inclinó ante Siveltheir.
–No pensé que viviría para ver tal acontecimiento. –Dijo el esclavo– ¡Larga vida a Thatgeir, larga vida a Siveltheir! –Gritó y se marchó.
–Hälen, has cumplido con lo que te he mandado, gracias. –Dijo Thatgeir.
–Estoy a su servicio señor. Usted lo sabe.
–Siveltheir siéntate, ahora hablaré con tigo. Hälen puedes salir, cuando te necesite te llamaré.
El elfo se sentó con miedo. Siveltheir seguía asustado, no podía creer esto.
–Hälen ya te ha hablado algo de la profecía. –Empezó el Rey– y creo que le has entendido.
Siveltheir acertó.
–Ganford, el Rey del norte, esta en busca de las reliquias de Alazdam; las reliquias Nadthar. Quien las tenga, tendrá poder sobre la torre. Las reliquias fueron creadas por enanos y bendecidas por elfos.
– ¿Y ahora donde están? –Preguntó Siveltheir
–Principalmente, en su creación, se guardaron en las minas de Oirad, pero cuando Oirad fue abandonado las Nadthar se enterraron en diferentes lugares de estas tierras. Solo yo se donde están.
–y, ¿Qué quiere que haga señor?
–Tienes que llegar a las reliquias antes de Ganford, si no…el se adueñará de Alazdam y desde aquí comenzará a adueñarse de las criaturas mágicas y muchos morirán.
–Escucho y obedezco señor. Solo dígame a donde me dirijo.
Thatgeir se paró.
–Sígueme, te mostraré el mapa.

Los dos llegaron hasta un armario alto y de apariencia antigua. Thatgeir abrió uno de los cajones. En el, habían mapas y papeles importantes. El rey sacó uno de los mapas, lo abrió en una mesa y llamó a Siveltheir.
–Ganford, como sabes, ataca desde el norte. Principalmente el buscará en Oirad, solo los maestros de Alazdam y yo sabemos que en Oirad las reliquias no están. Tras el abandono de las minas, los sacerdotes enterraron las Nadthar en puntos específicos de nuestras tierras. Una de las reliquias está en los bosques de Hätram, custodiada por conjuros elficos. La segunda reliquia está en las montañas de Los Enanos, custodiada por militares de la guardia enana. Pero la tercera reliquia está debajo de la torre, y solo una criatura sabia la podrá obtener.
– ¿Pero señor, que criatura sabia? –Preguntó Siveltheir.
–Tu hijo mío. Si consigues las primeras dos reliquias obtendrás el don de la sabiduría, y así podrás desenterrar la tercera reliquia. Pero si Ganford las recoge primero, caeremos a sus pies. Ahora ve, es hora de ir a la casería Nadthar.

2 comentarios:

nestor dijo...

te felicito muy buen relato, sigue adelante

Anónimo dijo...

Excelente Historia!Felicitacion!sigue asi y mis mayores anelos para ud!sos un gran hombre y siempre te lo eh dicho!! y pues un Gran Escritor!de todo corazon te felicito y te deceo lo mejor!siga asi!