viernes, 19 de octubre de 2007

LAS RELIQUIAS NADTHAR - Problemas en el Camino (Cap. II)

Fiuu...volví despues de varios días. Como ya saben...por lo del estudio y todo eso. Bueno esta vez, la historia viene con "ñapa"... El capitulo "Problemas en el Camino" me pareció demasiado corto, asi que preferí aumentar la primera parte del 3er capitulo. Entonces, esta entrada en realidad se llamará: LAS RELIQUIAS NADTHAR - Problemas en el Camino - En Hätram (1ª parte).
Espero que les guste...y que me apollen con un comentario XD!!! (Creo que haré una campaña..."Un comentario...un apoyo" XD)
No les quito mas tiempo... con ustedes el cap II!...Ha! me perdonaran la imagen de tan baja calidad!!pero no encontré algo mejor :'(
Xiao.

Problemas en el Camino - En Hätram - Cap. II

Thatgeir y Hälen acompañaron a las puertas de las torre al chico.
–Hälen. –Dijo Thatgeir–Ve con el. Ayúdalo en su misión, guíalo por nuestras tierras y recuérdale sus tareas.
Hälen se inclinó, y dijo:
–Escucho y obedezco señor.
Hälen se posó en el hombro de Siveltheir, el chico caminó y en cuestión de segundos se alejaron de la Torre.
–Ahora –Dijo Hälen– Vamos al bosque de Hätram, por la Nadthar del valor.
– ¿La Nadthar del valor?
–Si, fue creada por enanos de Oirad y bendecida por el elfo más sabio de Hätram. Quien tenga esta Nadthar en su poder, su espíritu se llenará de valor y podrá hacer cosas que nunca imaginó.

Hätram estaba a unos pocos días de Alazdam, solo era cuestión de caminar rápido y no tropezarse con nada.

Aun no era de noche, faltaban todavía unas horas para que empezara a oscurecer. Siveltheir ya había caminado bastante, y Hälen en su hombro estaba somnolienta.
–Siveltheir. –Dijo Hälen– ¿Trajiste comida?
–Si. –Respondió el chico– Tengo un canasto con moras, panes y nueces. También hay algunos cuantos odres con agua.
Continuaron caminando, y el sol poniente estaba cada vez más caliente y ya, hacia el este, la luna estaba saliendo.
–Acampemos aquí. –Dijo Hälen–La oscuridad ya cayó, y las bestias nocturnas empezarán a acechar.
Hälen bajó del hombro de Siveltheir y abajo tomó su forma humana. Siveltheir, dejó el canasto en el suelo y levantó su tienda. El hada por su parte, buscó un árbol secó en el que pudiera dormir. Repartieron las provisiones, el elfo comió unas cuantas moras y el hada solo unas nueces partidas.
–Duerme bien chico. –Dijo Hälen desde su árbol.
–Lo mismo te digo hada. –Respondió Siveltheir desde la tienda.
Ya habían pasado varias horas, pero el cielo aun seguía oscuro. Un aullido de lobo despertó a Hälen.
–Wargos. –Dijo el hada, levantándose rápidamente. –Siveltheir despierta. –Gritó.
– ¿Qué pasa? –Preguntó el elfo somnoliento.
Hälen voló hasta la tienda, tomó su forma humana y levantó al chico.
–Wargos. Están cerca. Seguro nos olieron. –El hada se veía exaltada.
– ¿Qué hacemos? –Pregunto Siveltheir.
Los dos se levantaron, Siveltheir tomó la canasta y corrieron. De vez en vez, se tropezaban con ramas en el suelo.
Unos metros más Hälen paró, y puso su oído sobre la tierra.
–Aceleraron el paso. –Dijo asustada. – Debemos adelantarnos más.
Se convirtió de nuevo en hada, tomo del Jubón al elfo y voló.
El sol ya empezaba a llegar de nuevo, los wargos en poco se irían.
–Hälen. Estoy cansado, paremos.
Hälen lo escuchó, posó de nuevo su oído en una piedra, pero esta vez no escuchó nada.
–Estamos a salvo. –Dijo el hada.
El elfo se sentó en la tierra y preguntó:
–Hälen, ¿Donde está Hätram?
–Tranquilo chico, ya estamos cerca. Ves ese punto verde, cerca de las montañas altas. Ese es Hätram.
Ya habían salido a un valle de flores, solo tenían que cruzarlo y llegarían al bosque.
–El Valle de Adilian. –Dijo Hälen aspirando fuerte– No puede haber un valle igual o parecido en toda la tierra.
– ¡Mira! –Dijo Siveltheir asombrado–Un caballo.
El elfo corrió hacia el, pero Hälen lo paró.
–Ven aquí, quédate callado. Yo lo atrapo.
Hälen tomó su forma humana de nuevo, y caminó despacio hacia el caballo.
Era un caballo café, con una cabellera brillante como el sol. Estaba comiendo algunas flores del valle.
El hada ya estaba cerca y el caballo no hacia ningún gesto de miedo. Al fin, Hälen lo tocó. Le acarició el hocico y el lomo, y de repente, se subió. El caballo relinchó pero nada más.
–Bravo Hälen. –dijo el elfo corriendo hacia el caballo.
Fue sorpresa para Hälen, cuando escuchó, que el caballo le habló.
–Bájate de allí, hada repugnante.
Siveltheir paró, y dijo:
–Hälen, bájate.
–Soy Hälen, hada real de Alazdam.
El caballo se sorprendió.
–Me han mandado en una misión para destruir el poder maligno de Ganford. El es Siveltheir, hijo de Faratheir. Es El Elegido.
El caballo hizo una especie de reverencia ante el elfo.
–Mis disculpas Hälen, servidora de Alazdam. Y Siveltheir, El Elegido, hijo de Faratheir, estoy a su servicio.
Hälen se bajó del lomo y le entregó el caballo a Siveltheir.
–Monta chico. –Dijo Hälen– Y tú...
–Altrof –Respondió el caballo.
El hada acertó con la cabeza.
–Llévanos a Hätram.
–Escucho y obedezco mi señora. –Dijo Altrof.
Siveltheir montó el caballo y el hada se posó en su hombro (claro, en forma de hada).
–Sujétense– Gritó el caballo cogiendo carrera– Próximo destino Hätram.
*****
Altrof corrió por el valle de flores, mariposas y abejas volaban por todo el aire.
–Al fin. –Dijo Hälen– Un transporte. Con este caballo le ganaremos a Ganford.
–Pero lamento decepcionaros –Dijo el caballo mientras corría– Pero os acompañaré hasta Hätram solamente.
Hälen y el elfo se sorprendieron.
– ¿De que hablas? –Preguntó Siveltheir
–No podré alejarme más allá de Adilian, si lo hago, moriré. No estoy acostumbrado a la lejanía de mi hogar.
–Te comprendo Altrof. –Dijo el elfo.
El caballo pausó un poco el paso.
La mañana estaba fría, y el sol estaba escondido. Hätram ya no estaba muy lejos, las montañas altas se podían divisar hermosas como siempre. Las flores de Adilian quedaron atrás, y ahora el pasto verde de Hätram se veía. Los árboles robustos estaban más adelante.
–Por fin Siveltheir. –Dijo Hälen– Hätram.
El elfo estaba emocionado.
Ya habían llegado, el caballo de repente frenó.
–Hasta aquí los llevo. –Dijo Altrof– Desde aquí caminarán. Tengan cuidado en la noche, hay Wargos, y muchas veces los trasgos bajan de las montañas.
–Gracias Altrof, tu tierra te lo agradecerá –Dijo Hälen, bajando del hombro de Siveltheir y convirtiéndose en humana.
El elfo bajó del caballo, agarró la canasta, comió unas cuantas moras y empezó a caminar del lado de Hälen.
–Gracias –Dijo Siveltheir mientras caminaba– Altrof, nos volveremos a ver.
El caballo dio la vuelta y corrió hacia Adilian de nuevo.
–Y ahora, empieza nuestra verdadera aventura. –Dijo Hälen adentrándose en el bosque.
Los dos caminaron por entre el pasto y las rocas, las águilas se veían por entre los espacios que los árboles dejaban en el cielo y cientos de diminutos animales se veían subir a los árboles; ardillas con nueces en sus manos, pequeños pajarillos que se posaban en sus nidos para cantar y varios mapaches pasaban por delante del elfo y el hada. Los sonidos que escuchaban mientras caminaban era refrescante y relajante; el lago que quedaba justo en la mitad del bosque, el rumor del viento entre las copas de los árboles, el paso de los animales y hasta el latido de sus corazones.
– ¿Quieres algo de comer? –Preguntó Siveltheir al hada.
–Claro.
El elfo repartió unas pocas nueces que quedaban y los dos comieron.
–Las moras se están dañando, debemos comérnoslas –Dijo Hälen.
Y así lo hicieron solo les quedó un par de pan de lembas en el canasto.
–Que mal. Ahora solo hay pan. –Dijo el elfo, poco amante del pan de lembas. –Y, ¿Todavía falta mucho?
–Algo. Las reliquias de Hätram están hacia la mitad del bosque. –Respondió el hada.
Los dos siguieron caminando. Hätram era en realidad bastante grande, y ellos solo habían empezado.
–Nuestra aventura será larga. –Dijo Hälen– Y no podremos desperdiciar las provisiones.
–Pero, si ahora solo quedan dos panes. ¿Que haremos para ir a la búsqueda de las demás reliquias?
–Después de tener la Nadthar del bosque, regresamos a Alazdam allá el rey de nuevo nos dará las provisiones.
Y el tiempo cada vez pasaba, y el sol cada vez bajaba. El trecho hasta las reliquias era muy largo todavía, en uno o dos días llegarían.

lunes, 15 de octubre de 2007

LAS RELIQUIAS NADTHAR - En Alazdam (Cap. I)

Y despues de tanto tiempo sin publicar (cuestión de tiempo), he vuelto recargado xD. Aqui les presento una nueva historia titulada Las Reliquias Nadthar (Gracias Alandur y Malfuin).
Espero que les guste y que por ahi comenten haber que tal.
Con ustedes Las Reliquias Nadthar.

En Alazdam - Cap. I

—Anda Hälen. Dile su destino. Cuéntale la profecía.
—Si gran Thatgeir. –Dijo el hada, se inclinó y voló.
Halen iba en dirección a la casa de Faratheir, siguiendo las instrucciones de el gran Thatgeir. El rey más poderoso y famoso de la tierra Conocida y sin Conocer.
Hälen, El hada, iba en busca de Siveltheir el hijo de Faratheir.
—El chico será nuestro salvador y la profecía se cumplirá tal como el gran Thatgeir lo dijo.
Hälen esquivaba los árboles y ramas que se le ponían en su camino. Hasta que al fin llego.
La casa era una choza pequeña en donde los dos elfos, Faratheir y Siveltheir, vivian.
Siveltheir era un elfo de no más de 15 años de edad. Era curioso e inteligente.
Faratheir, su padre, había servido al rey hacia casi 90 años. Era un elfo fuerte y trabajador.

Dos golpes leves como de una piedra se escucharon.
—Padre, tocan la puerta. —Grito Siveltheir que se encontraba en la sala tallando una espada de madera
—Abre. —Grito Faratheir desde el piso de arriba.
Siveltheir se acerco a la puerta, la abrió y una luz brillante le golpeo. Era Hälen. Pero El hada no dejo caer al chico. En el preciso instante en el que Siveltheir iba a caer, Hälen tomo su forma humana y lo sostuvo. Faratheir no escucho, así que el hada lo llevo al potrero donde lo despertó.
—Chico. Siveltheir. —Decía el hada.
Siveltheir se despertó adormecido.
— ¿Que cosa eres? —Pregunto asustado.
—Me presento. Soy Hälen. Princesa del reino de las hadas, FaryTown y servidora de Alazdam. Has sido elegido por el Gran Rey Thatgeir para ser nuestro próximo gobernador.
— ¿De que hablas? —Decía Siveltheir confundido.
—Siveltheir, hijo de Faratheir. Tú eres el elegido del que habla la profecía.
— ¿Que profecía? —Pregunto Siveltheir.
—Que, ¿acaso no la conoces?
Siveltheir negó con la cabeza.
—La profecía se ha enseñado por generaciones y generaciones…
— ¿Pero, de que habla? —Interrumpió el elfo.
—Un mal está desatado en nuestra tierra y las razas de ella están en peligro. Ganford, un malvado rey de las tierras del norte anda en busca de la destrucción total de hadas, hombres, elfos, enanos, duendes, dragones y toda criatura mágica de la tierra. Solo alguien podrá hacer algo por destruir ese mal.
— ¿Pero yo que tengo que ver en eso? –Decía ingenuo
—La profecía dice, que quien destruirá al malvado será un elfo, joven y sabio. Ese eres tu Siveltheir. El gran Thatgeir está maldecido por Ganford, y la muerte caerá en poco sobre el. Solo tú podrás reinar al final de esto, pero solo si destruyes el mal. Si no, todo se tornará oscuro y las pocas criaturas que queden se volverán a los ejércitos de Ganford. Siveltheir, eres El Elegido.
Siveltheir no sabia que decir.
—Pero Hälen. ¿Por que esta tarea se me ha dado a mí?
—Por que así lo dice la profecía. Y el Gran Thatgeir, con su sabiduría ha sabido que eres tú.
—Y, ¿cual es mi trabajo con El elegido? —Preguntó el elfo.
—Primero tendrás que ir a hablar con el Rey Thatgeir. El te dará las primeras instrucciones. Salgamos ya. Yo te conduciré hasta el.
El elfo y el hada salieron del pesebre.
— ¿Y mi padre? —preguntó Siveltheir preocupado.
—Tranquilo. El rey le mandará una carta diciéndole que tú no volverás por que el destino de nuestro mundo está en peligro.
El hada agarró de la espalda a Siveltheir, extendió sus alas y voló.
Minutos después vieron el gran castillo, desde donde el rey Thatgeir gobernaba.
—Allí está. La Torre de Alazdam. —Dijo el hada.
Hälen aterrizó, bajó sus alas y dejó al chico.
—Anda. —continuó Hälen mientras caminaba a la puerta.
El elfo caminó con miedo al lado del hada.
—Tranquilo, en Alazdam todos ya saben quien eres tú.
En la puerta dos guardias vieron sorprendidos.
— ¡Salve Gran Príncipe Siveltheir! —Dijeron los guardias a coro, inclinándose ante Siveltheir.
— ¿Príncipe? —Preguntó Siveltheir a Hälen. —Si. —Respondió el hada— Así está la profecía. Tú sustituirás al Rey.

Entraron al castillo. El salón principal era un gran aposento, lleno de cuadros con marcos de oro, estatuas de animales y en el centro unas escaleras en estilo caracol con barandillas de oro.
—Venga, sube. —Dijo Hälen.
Los dos subieron las escalas. Al final de estas había un pasillo largo, con puertas de aposentos a los lados, pero una sobresalía entre todas; la que estaba a uno de los extremos del pasillo.
—Esa es la puerta del rey. —Dijo el hada señalando la puerta del extremo. Una puerta adornada con diamantes y perlas. Con marco de oro y plata.
Hälen tocó a la puerta y el Rey, dentro, contestó.
– ¿Hälen? –Preguntó el Rey. – ¿Eres tu?
–Si gran Thatgeir. Obedeciendo a tu mandato, he traído al chico. –Dijo Hälen.
–Pasa. –Contestó el Rey.
El hada abrió la adornada puerta e hizo seguir al chico.
–Vamos Siveltheir, pasa.
Siveltheir y el hada entraron. El cuarto del Rey era un aposento más grande que cualquier cuarto al que Siveltheir hubiera entrado. A uno de los lados había un piano, una cama grande de oro y diamantes. Había cuadros en las paredes, una larguísima alfombra de colores y al final de esta, dos sillas grandes de oro y plata y en una de las sillas el Gran Rey Thatgeir, estaba sentado.
Hälen y el elfo, estando cerca de las sillas se inclinaron ante Thatgeir. El rey les dio una bendición y les pidió que se pararan.
–Siveltheir. –Dijo el Rey gozoso inclinándose ante el elfo.
El chico, al igual que el hada se quedó sorprendido.
–En verdad eres tú. Esclavos. –Gritó Thatgeir– Tráiganle una silla al chico.
Uno de los esclavos la trajo, puso la silla en el piso y se inclinó ante Siveltheir.
–No pensé que viviría para ver tal acontecimiento. –Dijo el esclavo– ¡Larga vida a Thatgeir, larga vida a Siveltheir! –Gritó y se marchó.
–Hälen, has cumplido con lo que te he mandado, gracias. –Dijo Thatgeir.
–Estoy a su servicio señor. Usted lo sabe.
–Siveltheir siéntate, ahora hablaré con tigo. Hälen puedes salir, cuando te necesite te llamaré.
El elfo se sentó con miedo. Siveltheir seguía asustado, no podía creer esto.
–Hälen ya te ha hablado algo de la profecía. –Empezó el Rey– y creo que le has entendido.
Siveltheir acertó.
–Ganford, el Rey del norte, esta en busca de las reliquias de Alazdam; las reliquias Nadthar. Quien las tenga, tendrá poder sobre la torre. Las reliquias fueron creadas por enanos y bendecidas por elfos.
– ¿Y ahora donde están? –Preguntó Siveltheir
–Principalmente, en su creación, se guardaron en las minas de Oirad, pero cuando Oirad fue abandonado las Nadthar se enterraron en diferentes lugares de estas tierras. Solo yo se donde están.
–y, ¿Qué quiere que haga señor?
–Tienes que llegar a las reliquias antes de Ganford, si no…el se adueñará de Alazdam y desde aquí comenzará a adueñarse de las criaturas mágicas y muchos morirán.
–Escucho y obedezco señor. Solo dígame a donde me dirijo.
Thatgeir se paró.
–Sígueme, te mostraré el mapa.

Los dos llegaron hasta un armario alto y de apariencia antigua. Thatgeir abrió uno de los cajones. En el, habían mapas y papeles importantes. El rey sacó uno de los mapas, lo abrió en una mesa y llamó a Siveltheir.
–Ganford, como sabes, ataca desde el norte. Principalmente el buscará en Oirad, solo los maestros de Alazdam y yo sabemos que en Oirad las reliquias no están. Tras el abandono de las minas, los sacerdotes enterraron las Nadthar en puntos específicos de nuestras tierras. Una de las reliquias está en los bosques de Hätram, custodiada por conjuros elficos. La segunda reliquia está en las montañas de Los Enanos, custodiada por militares de la guardia enana. Pero la tercera reliquia está debajo de la torre, y solo una criatura sabia la podrá obtener.
– ¿Pero señor, que criatura sabia? –Preguntó Siveltheir.
–Tu hijo mío. Si consigues las primeras dos reliquias obtendrás el don de la sabiduría, y así podrás desenterrar la tercera reliquia. Pero si Ganford las recoge primero, caeremos a sus pies. Ahora ve, es hora de ir a la casería Nadthar.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Entro a Clases :'(

Hola, como algunos sabrán ayer entré a estudiar., asi que la intensidad de publicar entradas bajara :(...Les tengo nueva historia pero el primer capitulo no lo he terminado, muchas cosas he echo, y tuve la oportunidad de escribir en un viaje que hice con mi tio =)...Cuando termine el primer capitulo de una lo publico.
Ha! una ultima cosa, los dias que tengo para publicar son los fines de semana o dias festivos por eso bajará la intensidad!
Bueno, no les quito mas de su tiempo.
Bye!

jueves, 23 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Agradecimientos

Hola. En esta entrada quiero agradecer a las pocas pero importantes personas que hiceron posible la creación de Robo en Oirad.
Primero que nada a Dios por darme la sabiduria y la ideas para escribir ^^.
A Malfuin, que me ayudo demasiado con los nombres yalgunos datos sobre criaturas fantasticas.
A Alandur...te me habias pasado ^^ pero aquí te pongo...muchas gracias por las imagenes que me has dado, y gracias por el día en que casi no encontrabamos una imagen de una ciudad. Pero vos seguiste buscando y por fin!!estuvo!xD. Grax!
A Julio ^^ por preocuparse por la portada!jaja. (Todavia la espero ¬¬)
Y ademas a todos los que han leido y especialmente a los que comentaron.
Gracias.

Bueno, como algunos saben, voy a escribir un FanFict sobre Brujillizas una pelicula de Disney Channel; espero que les guste. (lo publico cuando lo termine ^^)

miércoles, 22 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo Secreto.

Hola a todos. Aqui les mando el link para desbloquear el capitulo secreto de la historia que han estado siguiendo. Se trata de unas preguntas acerca de la historia, si las responden todas correctamente podran desbloquear el capitulo secreto, pero si se equivocan en una...mmm...podran volver a comenzar ^^. Pueden entrar aqui para empezar.:
CAPITULO SECRETO

En la siguiente entrada daré los agradecimientos a las personas que hicieron posible la creación de esta historia.
Bye.

martes, 21 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo 6

Hola, he vuelto despues de tantos dias ^^. Bueno, retomo Robo en Oirad con el 6º y ultimo capitulo...Si, el ultimo. Se me habian acabado las ideas de como podria seguir (por eso el capitulo tan corto), jeje. Pero tranquilos que seguiré escribiendo historias. Ha! La proxima entrada será un capitulo secreto de Robo en Oirad, pero no continuación de este. El capitulo secreto tendran que desbloquearlo por medio de unas preguntas que respondan...bueno despues les daré los detalles. Espero que les guste este ultimo capitulo. Ha! muchas gracias a los que siguieron la historia.



EN EL CAPITULO ANTERIOR QUEDAMOS EN: Saluc salió de la tienda, vio alrededor pero no vio nada, corrió hacia los árboles y allí estaba...
Hitrilen. Yacía decapitado. Pero no había nadie más.
–Padre!!!!!. –Grito Saluc ahogado por las lágrimas.
El cuerpo sin vida de Hitrilen se encontraba tirado en el pasto, rodeado por sangre y un hacha estaba a su lado.
–Malditos sean, malditos sean todos!! –Grito de nuevo Saluc.
Pero, ¿Quiénes habían sido?
Recordó en el desierto.
–El hacha que levanto esa criatura.
Habían sido ellos, los de la mancha.
Saluc, ahora estaba solo. Volvió a la tienda y llorando intentó dormir, pero lo hizo solo unas cuantas horas.
–Me iré ahora. Tengo que comunicarme con Froelder, pero como lo hago. –lloraba Saluc.
Y de pronto, una paloma se posó en un árbol. En su pico llevaba una carta envuelta como un pergamino.
Saluc tomó la carta y la leyó.

Querido Saluc
Me he dado cuanta de la tragedia, las noticias llegan como rayo.
Ahora se que piensas que estas solo, pero no es así.
Tu llevabas una bendición, y con esta no estarás en peligro.
Ahora te daré algunas instrucciones.
He mandado a ejecutar Gaval, así que en corto no estarás más en peligro y la orden de matarte será anulada.
Son buenas noticias Saluc, asimismo ahora regresarás y en cuanto llegues Gaval no existirá y serás libre.
Por ahora no os preocupéis, mi bendición está contigo.
Suerte, te desea tu viejo y sabio amigo Froelder.
Bendición.

Ahora Saluc estaba contento, su vida muy pronto dejaría de correr peligro. Ahora seguiría las instrucciones de Froelder; Volver.
Saluc montó uno de los caballos y al otro lo amarró del que había montado.
–Vamos. –Gritó al caballo.
Saluc tendría que cruzar de nuevo el desierto, con cuidado de no encontrar ejércitos, pero era muy difícil no toparse con uno.
Ahora, allí estaba de nuevo en el desierto y una mancha como la de antes vio a lo lejos.
–Hay no. Son ellos de nuevo.
Pero ahora la mancha no era igual, esta vez era mucho más grande; era un ejército mayor.
Saluc recordó a Froelder.
–Estoy bendito. –repetía mientras el caballo se acercaba más y más a la macha.
Saluc jaló la rienda del caballo y este frenó. El ejército también había parado y no eran solo enanos, era también uno de humanos. Eran casi 500 hombres y enanos, armados con hachas, ballestas, espadas, aves Fénix, unicornios, osos y toda clase de animales.
Y a unos metros más estaba Saluc, con tan solo dos caballos.
Una voz fuerte gritó, y el ejército se vino sobre Saluc. Asustado el chico gritó.
–Froelder, donde esta tu bendición.
En cuanto dijo eso un grupo de 800 elfos se puso tras el, caían de un circulo rojo en el cielo. Estaban de su parte.
Saluc y su ejército esperaban al grupo, ahora asustado de hombres y enanos. De pronto, estaban a tan solo unos metros.
–Saluc, esperamos tus órdenes. –Dijo uno de los elfos.
–Esta bien. –Dijo. –Preparados. –El ejército alisto sus arcos y sus espadas– Listos. –El grupo de hombres y enanos estaba más cerca aun. – ¡Ataquen!
Volaron flechas y otros cuantos elfos mataban con sus espadas. Ahora era una guerra sin cuartel.
Se elevaban cabezas por el cielo, se regaba sangre en la arena del desierto y hombres, elfos y enanos morían cada segundo.
Saluc tenia una espada que uno de los elfos le había dado. La espada estaba hechizada, la cual hacia que los reflejos del chico mejoraran. Saluc cortaba cabezas, traspasaba armaduras y cruzaba su espada con hachas de enanos.
Ya no quedaban enanos. Todos estaban tirados en el suelo. La guerra seria ahora contra un grupo de 100 hombres poco armados.
–Esto será fácil. –Murmuraba uno de los elfos.

Mientras en el desierto, vidas se cobraban. Froelder miraba en su bola de cristal toda la guerra. Contento del triunfo de su ejército rió.
–Felicidades Saluc.


Ahora Saluc, de nuevo estaba solo. El ejército se había desvanecido en una ráfaga de viento. Ahora caminaba entre la arena pintada de sangre y entre cabezas y miembros despedazados.
–He vencido. –Decía feliz
En eso, una cara en el cielo apareció.
–Hijo mío. Ha sido un honor tenerte a mi lado. Pero ahora tendrás que continuar tu vida solo. Froelder no estará más contigo. El ha muerto y está ahora con migo. –Decía la triste voz de Hitrilen
–Padre. ¿Cómo dices? –Decía Saluc llorando
–Cuando Froelder mandó la orden de ejecutar a Gaval, todo se cumplió. Pero la noticia se supo en toda la tierra. Y todo hombre de Dehra se dirigió a la cabaña del viejo elfo y mientras tú vencías en el desierto, Froelder era aniquilado. Todo en su cabaña se destruyó al igual que Lhakgud, nuestro bosque.
Saluc lloraba cada vez peor.
–Padre, no me puedes decir eso. Ahora, ¿que haré yo? ¿A dónde iré?
–Eres fuerte Saluc. Y yo se que sobrevivirás muchos años más. Tu sabrás que hacer, has sido llenado de la sabiduría mía y de Froelder. Ahora vete, ya no estas en peligro. Comienza una nueva vida y nunca desprecies la enseñanza que te dimos.
La cara en el cielo desapareció. Saluc se limpió sus lágrimas y una golpe de viento abrazó su cara.
–Vamos. –Le dijo a sus caballos– Empezaremos una nueva vida.
Los caballos cogieron velocidad y el desierto de nuevo y como siempre quedó completamente solo.

FIN

viernes, 17 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo 5

Hola, he vuelto con el Capitulo 5, un poco corto pero interesante (creo yo).

Una cosita, los voy a extrañar este fin de semana, me voy a una finca y por desgracia no tengo un portatil para trabajar :(...entonces retomaré la historia el martes, o si llego temprano, el lunes por la noche. Gracias a todos los que leen y comentan, espero que este capitulo les guste!

CAPITULO 5

salió triste de la cabaña en dirección a su casa. De nuevo, mientras pasaba por la misma zona donde recogía frutos, vio la luz amarilla. Al pensar en esto, lloró.
Caminó por varias horas, y por fin logró ver su casa. Su padre estaba en la entrada con un par de caballos amarrados a un árbol. Los caballos tenían maletas colgadas a los lados de su lomo.
–Saluc. Elfo malvado. ¿Qué has hecho?
–Padre perdón. –Saluc inclinó su cabeza.
–Me contaras en el camino, por ahora debemos escapar.
Hitrilen y Saluc montaron los caballos y rápidamente cabalgaron en dirección a las minas abandonadas de Vekkwel, donde en años nadie iba.
La pared transparente de nuevo estaba ante los ojos de Saluc. El y su padre la cruzaron.
–Ya no hay vuelta atrás. Ahora si cuéntame, nadie, ni siquiera los arboles nos oirán.
–Bien…–Saluc contó la historia y su padre no estaba muy feliz.
–Saluc. Que has hecho, eso ha sido una deshonra. Nunca en nuestro linaje ha habido tal deshonra. Ahora Froelder que pensará de esta familia.
–Padre, perdón. Perdón. –Mientras Saluc hablaba lloraba como nunca.
–No llores. –Grito Hitrilen. – Se un elfo fuerte, si tuviste el valor para tal cosa que hiciste deberás tener el valor para afrontar tu reprimenda.
Cada vez los caballos eran más lentos, el agua ya se les estaba acabando y muy pronto llegarían al desierto.
–Cuanto falta padre.
–Todavía falta mucho, si seguimos a este paso nos tardaremos más de los días que tenemos previstos. Toma agua y riega un poco al caballo.
A unos metros ya se veía el desierto. El sol estaba en su cúspide y el calor cada vez era más intenso y esta vez seria peor en el desierto. Tendrían que cruzarlo antes de la noche o no les seria fácil armar un campamento. Del desierto llegarían al monte de Ruatnor donde pensaban preparar el campamento.

Y ahora, allí estaban, en el lugar más solo y caluroso de la tierra; el desierto. Los caballos iban más y más lento cada minuto. Saluc y Hitrilen estaban sudorosos y el agua estaba escaseando.
–Toma, ponte esto. –Hitrilen le pasó a Saluc un turbante blanco– Te protegerá la cabeza.
Hitrilen también se puso uno igual.

Ya habían recorrido casi la mitad del desierto, ya estaba tarde y el sol iba bajando.
–Papa. –Dijo Saluc– ¿Qué es eso?
–Saluc, ven. Habrá que desviarnos. –Contestó Hitrilen– ¡Corre! –le gritó al caballo.
Los dos hombres cabalgaron desviándose de su camino, aunque no debían perder tiempo tenían que perder a lo que venia.
–Papa, se esta aligerando.
–Tranquilo.
Hitrilen golpeaba a su caballo y le decía a Saluc que lo hiciera. Pero los caballos no aguantaron y pararon.
–Saluc, vamos, abajo. –Decía Hitrilen fatigado.
– ¿Y los caballos?
–Estarán bien. ¡Fhedkeir!–Hitrilen hechizó a los caballos– Nos seguirán en cuanto descansen y no podrán ser robados.
Hitrilen y Saluc, desamarraron sus cosas de los caballos, tomaron un poco de agua y empezaron a correr.
–Corre Saluc, nos alcanza.
–Pero padre ¿Qué es?
–No importa lo que sea, hay que escapar.
Corrían y corrían, pero los alcanzaba. Y al fin, se rindieron.
–Hijo, estaremos bien. –Decía Hitrilen mientras abrazaba a su hijo.
Era una mancha negra, o así se veía a lo lejos, que cada vez se acercaba más y más.
Cuando ya estaba bastante cerca Hitrilen supo lo que era.
– ¡Saluc corre! –Gritó Hitrilen– ¡Ya!
Los dos corrieron como nunca lo habían echo, pero la mancha era más rápida que ellos.
–No te rindas hijo –Decía Hitrilen corriendo.
–Papa, ¿Qué son? –Ahora, la mancha se había convertido en un grupo de gente que los perseguían.
–Cállate y corre.
Corrían y corrían, y cada vez el gentío se veía mayor.
Hitrilen y Saluc, al intentar correr más rápido una voz los detuvo.
–Elfos malditos, parad ahí.
Los elfos se detuvieron jadeando.
–Han sido maldecidos en nombre de Mahal. –Gritaba la voz– Saluc, hijo de Hitrilen, entrégate, o serás un fugitivo hasta tu muerte. Gaval, hijo de Givel, hijo de Fuêkvi te ha juzgado de ladrón. Has robado en las minas de Oirad las sagradas monedas tiznadas.
–Pero Gaval también es un ladrón.
–Calla. –Grito una de las personas alzando un hacha– No tendrás derecho a hablar hasta que se te ordene.
–Calla Saluc. –Le murmuraba Hitrilen al oído.
–Saluc, hijo de Hitrilen. Quédate quieto, uno de nosotros irá por ti.
Los dos caballos de los elfos venían al fondo, cabalgando a paso corto.
–Saluc, quédate quieto. Mira. –Le dijo Hitrilen señalando disimuladamente al par de caballos.
–Padre, ¿que piensas?
–Cuando ordene, te montas al caballo. ¡Keirdeh! –Murmuró Hitrilen. En eso, los caballos empezaron a cabalgar más rápido. Alcanzaron a llegar al lado de los elfos.
– ¡Monta! –Grito Hitrilen.
Saluc y su padre montaron los caballos y escaparon.
– ¡Rayos! –Gritó uno de los del ejército.
Pero ya muy lejos estaban los elfos.

–Bien hijo. Ahora sigamos con nuestro viaje. Estamos cerca del bosque, la caminata nos adelantó un poco del camino, pero aun así perdimos tiempo. Los caballos están descansados así que podemos cabalgar rápido y pronto llegaremos. Mira, los árboles están no más a unos cuantos metros.
Y así era el bosque no estaba a más de 500 metros.
Cabalgaron unos minutos más y allí estaban en el bosque inhabitado de Fhassuris que por años había sido escondite de saqueadores.
–Aquí armaremos nuestra tienda. Estará protegido de animales del bosque, así estaremos bien.
Hitrilen abrió su maleta, dijo unas palabras y la tienda se armó.
–Ahora duerme…
–Pero…es muy temprano todavía.
–No importa. Mañana saldremos temprano.

Durmieron, pero a media noche, un ruido los despertó.
–Padre, que es eso. –Saluc abrazó a su padre.
–Voy a salir.
–Ten cuidado.
Los murmullos calmaron los sonidos, pero aun así Hitrilen salió.
– ¡Aaaaaaaaaah! –Un grito asustó a Saluc, era Hitrilen.
– ¡PAPA! -Saluc salió de la tienda, vio a su alrededor pero no habia nadie, corrió hacia los arboles y alli estaba...

(continuará)

jueves, 16 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo 4

Hola, me compadecí...y no quiero dejarlos con la intriga!^^...bueno, en este capitulo van a descubrir muchas cosas :)...Espero que les guste...


CAPITULO 4

EN EL CAPITULO ANTERIOR QUEDAMOS EN:La luz de la cabaña de Froelder se encendió y de nuevo la pudo ver. Pero cuando Saluc se estaba emocionando por que ya iban a llegar, ante sus ojos...

...un lobo apareció. Aharâlor relinchó, se paró y corrió rápidamente a la cabaña. La cesta de frutas calló al suelo con Saluc y las armas que había traído, el lobo de repente retrocedió. Pero el miedo de Saluc lo atrajo de nuevo. La bestia mordió su pierna y algunas partes de su brazo. Saluc estaba indefenso, pero recordó las armas; agarró la espada, y cortó una pierna del lobo. El animal chilló e intentó correr, pero Saluc se levantó y clavó la espada en su espalda. La sangre del lobo se rego en el pasto. Saluc clavó la espada en la tierra y la limpió.
–Ahora, me voy a casa.
Pero cuando se dirigía a la cabaña una manada de unos 20 lobos apareció, Saluc se recostó en un árbol y gritó. Pero al hacerlo uno de los lobos habló.
–A el. –Dijo la voz ronca de una de las bestias.
20 lobos se abalanzaron sobre Saluc, ya no podía hacer nada, ni siquiera agarrar su escudo y protegerse. Los lobos mordían y arrancaban de la piel de Saluc todo pedazo fácil que encontraban.
Saluc se sintió muerto, pero cuando iba a caer una voz espantó a los lobos y Saluc cayó.

Al despertar estaba acostado en su cama en la cabaña de Froelder. Unos trapos empapados estaban mojando su cabeza y Froelder sobaba algunas heridas.
– ¿Qué te ha pasado? ¿Por que no estuviste aquí a tiempo? –Preguntaba Froelder enojado– ¿Y que hacen todas estas armas y por qué tu maleta esta llena de joyas? –Preguntaba esta vez señalando la maleta entreabierta de Saluc y las armas que estaban acomodadas en una mesa. – ¿Qué has hecho Saluc?
–No es nada malo Froelder. Te lo juro por Varda. –Decía Saluc adolorido.
–Cállate, no jures en vano a nuestro dios. ¿De donde has robado esto?
–Te juro que no lo he robado. –Saluc entró en llanto– Perdóname por no llegar. Pero créeme yo no he robado esto.
–Entonces, si no has robado esto, ¿de donde lo has sacado?
–Emm. –Decía pensativo. – Te lo contaré todo, pero no me vayas a regañar ni a contárselo a mi padre.
–Cuéntame.
– ¿Recuerdas que ayer no te traje nada?
–Si lo recuerdo.
–Pues, todo fue por una luz. Una luz en las minas de Oirad.
– ¿En las minas de Oirad?
–Si. Como lo oyes. Yo me encaminé hacia allá. Me sentí curioso por ver lo que habría. Cuando llegué vi que la luz se filtraba por las grietas de la mina. Entré, y encontré una olla con monedas de oro. –Froelder se sorprendió pero no habló– Yo tuve miedo de que algún enano me encontrara pero la mina estaba sola, cogí un poco de ese oro y volví a la cabaña. Empecé a pensar en lo mucho que podía conseguir con las monedas, pero necesitaba más monedas. Esta mañana, me levanté temprano y salí a recoger frutas para entregarte algo y que no sospecharas, cuando terminé de recoger volví a la mina y robé más de esas monedas. Cuando terminé volví a la cabaña, pero vine por Aharâlor…
–Algo que estuvo mal. No debiste coger a mi caballo.
–Si, perdón. –Dijo Saluc apenado– Entonces. –Continuó– Monté a Aharâlor y cabalgué al norte, donde esta Dehra, la ciudad de los hombres. Sabía que allí vivía Gaval, uno de los mercaderes más conocidos de la tierra.
– ¿Fuiste donde Gaval? –Dijo esta vez, en serio enojado.
–Si, ¿Porqué? ¿A el no le compraste a Aharâlor?
–Si, por que en ese tiempo Gaval no era un ladrón.
Saluc, se asustó.
–Todos lo saben –Continuó Froelder– Gaval desde hace unos años roba a enanos, elfos y humanos, y en estos últimos tiempos lo esta haciendo con centauros y duendes. Las armas que tienes en tu poder son del mercado negro y el oro que le diste no tiene valor alguno. Me parece muy extraño que Gaval no se diera cuenta.
– ¿No tienen valor esas monedas? –Preguntó Saluc confundido– ¿A que te refieres?
–El “oro” de Oirad, es solo metal. Los enanos de allí han tiznado las monedas con la pintura extraída de los árboles de Luz. Si Gaval se da cuenta de que lo estafaste te matará.
–Pero, ¿para que les sirve a los enanos las monedas tiznadas? –Saluc aun seguía confuso.
–Hace 200 años, en las profundidades de Oirad, un enano llamado Bakxêr comenzó con la tradición de tiznar metal. A los enanos de la mina les sirvió de protección, ya que la olla en la que guardaron las monedas estaba encantada con runas enanas, y estas runas y el metal formaban una unión que hacia que cualquier saqueador que intentara entrar retrocediera. La mina se protegió durante 200 años, pero la luz que viste fue señal del descoloramiento que están causando las monedas y este descoloramiento ha causado el deterioro del encanto.
–Entonces, ¿Las monedas que Gaval tiene se están decolorando? –Dijo Saluc asustado
–Como lo dices En poco, esas monedas se convertirán en solo círculos de hierro.
Saluc estaba espantado. Gaval se daría cuenta de su estafa y seguramente informaría a los ejércitos enanos del robo de Saluc.
–Saluc, ¿Le has dicho a Gaval de donde eres?
–Hum. Creo que no. –Dijo pensativo.
–Dime. –Gritó Froelder– ¿Le dijiste que eras de Lhakgud?
<> Recordó lo que había dicho en la puerta de Gaval.
–Si, le dije que era hijo de Hitrilen y que era de Lhakgud. –Saluc inclinó su cabeza intentando lloriquear.
Froelder levantó su mano y con un movimiento rápido golpeó la cara de Saluc.
–Ve a tu habitación. Le notificaré esto a tu padre. No quiero tener problemas en mi hogar.
El muchacho adolorido subió a su cuarto, con la cabeza inclinada y botando lagrimas.
Abajo, Froelder escribía una carta para Hitrilen.

Buen amigo Hitrilen.
Saludos desde la cabaña.
Te escribo para hablarte de tu hijo, Saluc. En estos pocos días de convivir con migo ha causado problemas. Yo no quiero ser parte de esos problemas y ahora ha hecho algo realmente malvado.
Mandaré a Saluc mañana temprano, espero que esta carta llegue antes que el.
Te daré algunas instrucciones, las cuales sino sigues serás parte del error que cometió Saluc.
Cuando el muchacho llegue, escaparas con el lejos de Lhakgud, ha cualquier lugar menos a Dehra. Espero que Saluc te lo cuente todo cuando llegue.
Cuando escapen del bosque deberán cuidarse de cualquier ejército que los detenga.
Yo los bendeciré y no tendrán muchos trabajos.

Mucha suerte Hitrilen
Saludos te manda, Tu viejo y sabio amigo Froelder.


Froelder envió la carta con una de sus palomas mensajeras, encantada para no perderse.
–Suerte Hitrilen, mucha suerte. –Murmuraba Froelder.

Pasó la noche, y de nuevo amaneció.
–Saluc. –Gritó Froelder– Despierta ya.
–No quiero trabajar tan temprano. –Decía la voz adormecida de Saluc del otro lado de la puerta.
–No vas a trabajar. Te iras de mi cabaña, tu padre ya lo sabe.
La puerta del cuarto de Saluc se abrió.
– ¿Qué dices?
–Como lo oyes, te vas de mi cabaña en este momento.
–Froelder, no me puedes hacer esto. Perdóname por todo.
–No puedo perdonarte. Ya le di unas instrucciones a tu padre, ustedes dos escaparan de Lhakgud y no podrán volver hasta que Gaval este muerto y la orden que pueda sacar para juzgarte sea anulada. Yo les comunicaré cuando eso suceda.
–Pero Froelder… –Decía Saluc sollozo.
–Vete. Vete ya. Tus cosas no las necesitaras a donde vallan.
– ¿Y mis armas?
–No me hables de eso, o tu cara se estropeará de golpes. Esas armas las esconderé lejos de mi cabaña y si las llevas contigo será peor.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo 3

Bueno, se le tuvo rapidito este tercer capitulo y el cuarto si Dios quiere. Bueno, muchisimas gracias a los que han leido y seguido hasta ahora. Tambien muchas gracias a Alandur por la imagenxD.
No les quito mas tiempo, que lo disfruten; ¡Ah! y una ultima cosa...no me vallan a reclamar por dejarles la intriga...muajajaja...Soy malo¬¬!!xD!





CAPITULO 3
Pasó la noche, y el sol ya estaba saliendo. Saluc se había despertado temprano, estaba listo para volver. Se cargó una maleta a los hombros, tomó la cesta en las manos, metió su cantimplora a la maleta junto con las monedas que había recogido el día anterior y bajó.
–Te preparé algunas bayas. –Dijo Froelder mientras Saluc bajaba corriendo por las escalas.
–Gracias, pero no tengo tiempo, quiero recoger muchas frutas. –Abrió la puerta, se despidió y la volvió a cerrar.
Saluc empezó a caminar igual que el día anterior. Al llegar a una parte poco boscosa, pudo ver la luz. Saluc se animó y corrió en dirección a Oirad. En el camino iba recogiendo algunas frutas y las metía en la cesta. Ahora, de nuevo, estaba en frente a la pared transparente. Saluc dejó la cesta al lado de un árbol, llenó de agua su botella, tomó un poco y marchó a Oirad.
Al llegar repitió las palabras del día anterior.
–Fuego, Hachas, Armaduras-Dominio.
La puerta se abrió y Saluc ingresó a la mina. La mina estaba igual que antes; sola y descuidada. Siguió la luz y de nuevo vio la olla. Saluc descargó la maleta en el suelo y la llenó con todas las monedas que le entraran. Cuando terminó de llenar la maleta, se sentó en una butaca de piedra, tomo un poco de agua y de nuevo marchó al bosque.
Al llegar a la cabaña, no tocó a la puerta, sabia que Froelder estaba dentro y no quería que el supiera que estaba allí. Solo iba por Aharâlor, el caballo de Froelder. Era un caballo grande y noble, se dejaba domar de cualquiera. Froelder lo había comprado un día que unos mercaderes lo habían llevado a Lhakgud, lo vendían por tan solo 3 monedas de oro.

Saluc montó a Aharâlor y cabalgó hacia el Norte, donde estaba Dehra, la ciudad de los hombres. Saluc, iba en busca de Gaval, un mercader que cambiaba el oro por toda clase de objetos; arcos, flechas, armaduras, hachas, espadas, joyas. Gaval, había viajado hacia unos años a Lhakgud, y Hitrilen le había comprado a Saluc un arco y una espada de juguete.
El camino no era corto hasta Dehra, y el día era caluroso, el sol estaba en su cenit y su brillo cada vez era más intenso. Aharâlor, estaba exhausto y cada vez cabalgaba más y más despacio, Saluc lo mojó un poco con el agua de su cantimplora y el también tomó un poco.
A lo lejos ya podía ver las murallas de Dehra. Al llegar, Saluc y Aharâlor entraron si ser detenidos por los guardias, tal vez pensaron que Saluc era un mercader.
Ya dentro de Dehra, Saluc preguntó por Gaval a un hombre flaco y viejo que según el se llamaba Veerild.
–Gaval, anda de aquí para allá. Pero hoy estas de suerte muchacho, esta en su casa.
–Y donde queda eso. –Preguntó Saluc, quien no conocía nada de las ciudades de los hombres, nunca había estado en una.
–Hum. Muchacho, parece que no conoces mucho de Dehra. Gaval vive El Pasillo de Fredaran, para llegar allí, deberás ir al mercado y meterte por el callejón de la izquierda de la entrada. Por allí, cruzas de nuevo a la izquierda y ese es El Pasillo de Fredaran. Podrás reconocer la casa de Gaval, por que en la entrada esta su nombre en elfico: Tathar.
–Muchas gracias señor. –Dijo Saluc agradecido, extendiendo su mano hacia el.
–Suerte muchacho.
Saluc se marchó y siguió las indicaciones del viejo.

Al llegar al mercado se bajó de Aharâlor, lo amarró a un farol y empezó a caminar según las indicaciones de Veerild. Cruzó a la izquierda de la entrada y de nuevo a la izquierda. Y allí estaba, en el Pasillo de Fredaran. Era un largo y estrecho camino, poblado por casas construidas de madera. No se veía persona alguna ni se oía ruido alguno. Saluc caminaba y miraba las inscripciones en las puertas de las casas, pero por fin, vio la que necesitaba. "tathar"

Saluc toco la puerta, esperando encontrar a Gaval en casa.
– ¿Quién es? –Preguntó una voz ronca dentro.
–Soy Saluc, hijo de Hitrilen, de Lhakgud. Busco a Gaval. –Respondió Saluc del otro lado.
La puerta se abrió suavemente, Saluc entró y vio en el interior a un hombre alto y joven.
La casa era pequeña y estrecha. Tenía un comedor pequeño, una cocina sucia y desordenada y unos cuantos adornos.
–Siga. –Dijo el hombre.
– ¿Es usted Gaval? –Preguntó Saluc desconcertado.
– ¿Qué? –El hombre levantó una ceja– ¿Acaso no sabéis quien soy yo? Claro que soy Gaval, hijo de Givel, hijo de Fuêkvi. Soy le mercader más conocido de toda tierra conocida y sin conocer.
–Bueno, vengo a cambiar mis monedas por joyas y armas…
– ¡ja! –Interrumpió Gaval– Un chico como tú no podría tener monedas de oro que le alcancen para joyas y armas.
Saluc colocó su maleta sobre la mesa de comer, la abrió y dejo regar el cúmulo de monedas que en ella guardaba. Gaval se impresionó.
–Siéntate respetado joven. Cuéntame que necesitas. –Dijo Gaval mientras iba a la cocina y servía una copa de vino.
–Bien, quiero joyas, un arco, una espada, flechas, una ballesta…
–Todo te lo tengo. Sígueme. –Gaval se paró y dejó su copa de vino en la mesa.
Detrás de un anaquel había una puertecilla de madera.
–Pasa. –Dijo Gaval a Saluc.
Los dos entraron. Dentro era un sótano, amplio y lleno de toda clase de armas y joyas.
– ¿Y por que escondes esto? –Preguntó Saluc.
–Es un secreto, pero tú pareces un buen chico, así que te diré. Todos los objetos que ves aquí han sido robados. –Saluc se asustó. – Las joyas han sido saqueadas de las minas de los enanos y las armas de cuarteles humanos. –Saluc empezó a ponerse pálido y a sentirse mareado. – ¿Qué te pasa?
–No es nada. Salgamos de esto rápido.
"El chico esconde algo" Pensó Gaval.
–Bien, contaré las monedas. –En total eran 500 monedas. –Con esto te daré una espada de mithril, un escudo, la ballesta que querías y unas cuantas joyas.
–Pero, las armas y las joyas las sacaré en publico y alguien pensará que robé esto. –Saluc seguía asustado.
–No lo harán. Cada espada, arco, escudo o ballesta de cada ciudad tiene una marca que las distinguen. Esas marcas están borradas. Pero yo tengo una pregunta, ¿Por qué estas tan asustado?
–Te repito que no es nada. Ya, empácame esto y me voy.

Saluc agarro su maleta llena ahora de joyas robadas, envainó la espada, cargó el escudo a su espalda y la ballesta la agarró en la mano. Caminó hacia el mercado por Aharâlor, al llegar allí seguía amarrado al farol. Desató la cuerda y lo montó.

Saluc cabalgó de nuevo hacia el bosque. El sol ya se estaba poniendo y debía llegar en menos de 2 horas. Aharâlor cabalgaba rápido y el bosque ya se podía ver, en unos cuantos metros llegarían.
–Vamos chico. Estamos cerca, no te canses. –Le animaba Saluc al caballo, quien se estaba poniendo lento ya.
"Froelder me matará por esto si se entera" Pensaba Saluc.
Al fin, allí estaba la entrada al bosque. Saluc y Aharâlor, cruzaron la pared transparente. Saluc se bajó del caballo y recogió la cesta de frutas que aun seguía allí. Amarró la cesta en la enjalma del caballo, ya que no tenia más lugar para cargarla el. Llenó su cantimplora de nuevo, tomo un poco y regó el lomo de Aharâlor. El chico se volvió a montar y el caballo empezó de nuevo a cabalgar. Faltaban unos pocos minutos para la puesta del sol y Saluc estaba asustado, ya empezaba a oscurecer. Froelder se preocuparía y lo iría a buscar, y ese no era el propósito de Saluc. Aharâlor cabalgaba cada vez más lento y Saluc se estaba durmiendo.
Mientras seguían, Saluc vio por fin la cabaña de Froelder, pero aun seguía lejos y la oscuridad llegó. El sol no estaba y ya podía ver la luna; mala señal. Ahora empezarían a salir los lobos de sus cuevas.
–Vamos muchacho, rápido. –Decía Saluc asustado.La luz de la cabaña de Froelder se encendió y de nuevo la pudo ver. Pero cuando Saluc se estaba emocionando por que ya iban a llegar, ante sus ojos... (continuará)

martes, 14 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo 2

Aquí esta el segundo capitulo. No estoy muy demorado con la publicación por que ya tengo los 3 primeros capitulos listos.
Bueno, pues, como les dije antes, espero que sigan mi historia y que comenten xD...Bueno, lean y me dicen.


CAPITULO 2


Lo que vio fue una luz amarilla, que casi lo encegueció, estaba al final del bosque pero a Saluc le dio miedo salir. La voz de Froelder le llegó a la mente y escuchó su sermón.
–“Siempre recuerda que no debes salir de Lhakgud, fuera hay mucho peligro y el mundo externo a Lhakgud no esta hechizado como lo esta el bosque. Es por tu protección. No olvides mis palabras.”
Pero la luz alumbraba cada vez más y Saluc no se pudo aguantar las ganas de ir y averiguar que era.
Al llegar a la salida de Lhakgud, Saluc cruzó la pared transparente suministrada por el hechizo y al cruzarla sintió una fuerza en su cuerpo que lo llevaba hacia atrás, pero el siguió, ni siquiera eso lo podría parar. La intensidad de la luz amarilla cada vez era mayor y cada paso que Saluc daba, lo acercaba más a al resplandor. El sol cada minuto descendía más y más, hasta que por fin llegó. La luz se filtraba por entre unas grietas en la tierra. Unos metros más allá, estaba la entrada a la mina de Oirad, debía ser desde allí de donde venia la luz. Saluc caminó hasta la entrada, al llegar leyó unas runas en la puerta de piedra, debía ser un acertijo para entrar. La inscripción estaba en Khuzdul, y casi nadie en su bosque lo hablaba. Pero en Laithiria, su profesor de lenguas le había enseñado un poco del idioma de los enanos y Saluc conocía algunas palabras. “Zharr, Az, Klad – Ankor”. Decía la inscripción. Saluc, pensó primero en decir las palabras tal y como estaban en voz alta, pero eso no funcionó. Así que tradujo las palabras y las dijo en voz alta:
–Fuego, Hachas, Armaduras-Dominio.
La puerta de piedra se corrió a un lado. Saluc se asustó al ver esto, pero luego ese miedo se transformó en curiosidad y Saluc ingresó rápidamente a la mina.
Todo estaba oscuro, había mesas de piedra, botellas de cerveza quebradas tiradas en el suelo y animales rastreros de toda clase. De nuevo, Saluc observó la luz amarilla al fondo, estaba más reluciente aun. Siguió el resplandor por varios minutos hasta que por fin supo que era. La emoción contuvo a Saluc.
–Esto es…esto es un sueño. –Pensó Saluc, al ver frente a sus ojos, la olla con monedas de oro más grande que jamás hubiese visto.
Se acercó, y vio que la olla era casi de su tamaño, estaba llena con relucientes y pequeñas monedas de oro solido. Saluc tuvo miedo, de que algún enano lo encontrara, pero aun así, siguió.
La cesta aun la tenía en la mano, la vació y la volvió a llenar con monedas de oro. Saluc salió velozmente de la mina, seguro algún enano lo encontraría. Corrió hasta el bosque, de nuevo cruzó la pared transparente, se acercó al rio y tomó agua. Descansó unos segundos y marchó de nuevo a la cabaña de Froelder. El corazón de Saluc latía a mil, y de nuevo sentía dolor en sus piernas. Saluc se acercaba más a la cabaña, hasta que al fin llegó.
Froelder, escucho el ruido de la puerta al abrirse, era Saluc.
–Hola, Saluc. ¿Que me has traído? –Dijo Froelder, contento de que el muchacho hubiera llegado con bien y a tiempo.
Saluc no prestó atención y subió corriendo a su cuarto, abajo, en la sala, Froelder oyó el ruido de la puerta al cerrarse bruscamente.
–Pero, que le pasa a este chico. –Pensó el elfo.
Saluc puso la cesta con oro sobre la cama, pensó en que iba a hacer con eso. ¿Le daría a su padre? ¿Pediría que le forjaran una nueva espada de oro? ¿Cambiaria eso por joyas o por herramientas de guerra?
–Una ballesta, joyas, espadas de mithril, arcos y flechas. –Pensaba Saluc y cada vez se entusiasmaba más. –Pero antes iré por más de ese oro.
Saluc vació las monedas en un cajón de su tocador. La cesta quedó vacía. Pero ahora, que le diría a Froelder de los frutos.
“Toc toc toc” La puerta de la habitación se oyó.
–Saluc, ¿estas bien? –Dijo Froelder al otro lado de la puerta.
–Si estoy bien.
– ¿Que frutas me trajiste?
–Lo siento…mmm… –Saluc sonaba extraño– No recogí nada.
– ¿Qué? ¿Estuviste todo un día fuera, y no recogiste nada? Lo siento, pero no podré pagarte esta vez.

lunes, 13 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo 1


Bueno, empecé con mi nueva historia. Voy a estar publicando por partes, pero no se la frecuencia con que lo haga. Muxas gracias a Malfuin por su ayuda con los nombres y a Alandur por leer y comentar.

Espero que sigan mi historia y lo mas importante que me apoyen.

Bueno, no les quito mas tiempo. Espero que les guste!


CAPITULO 1
Saluc era un elfo fuerte, con cabello largo, ojos grandes y azules, buen arquero y espadachín. La historia de Saluc no es muy buena, cuando era niño, con tan solo 13 años de edad, su madre murió atravesada por un hacha. Fue en el año 287, cuando la guerra contra los enanos se inició. Un grupo de 800 enanos atacaron la ciudad donde Saluc vivía, Laithiria, donde casi todo se derrumbó, pero en el año 295, un nuevo grupo de elfos habitó la ciudad y la levantó de nuevo, pero Saluc, su padre y los pocos sobrevivientes de la guerra, se trasladaron a Lhakgud, un bosque al sur de Laithiria, el cual ya estaba habitado por elfos viejos. Saluc se sintió derribado al salir de su ciudad, donde vivió su corta infancia. A los 25 años el padre de Saluc, Hitrilen, lo envió a trabajar con Froelder, un elfo humilde que tenía una casa cerca del Rio Guldûm-ger, en el bosque de Lhakgud. Froelder, era un viejo y sabio elfo. Recogía frutos del bosque y los vendía en Suâlin, la ciudad de los hombres en el norte.
–Saluc, un gusto tenerte por mi humilde cabaña. –Dijo Froelder con un sutil carcajeo– Vamos, sigue.
Froelder recibió a Saluc, le invitó a sentarse y le sirvió una copa de buen vino.
–Saluc. Hitrilen, tu padre, me dijo que te diera trabajo. Por ahora, empezaras recogiendo frutos. No es un trabajo relevante, pero si lo haces bien podría recomendarte con humanos o elfos de otros bosques. –Mientras Froelder hablaba, Saluc parecía distraído. – Cuando salgas en busca de los frutos siempre recuerda que no debes salir de Lhakgud, fuera hay mucho peligro y el mundo externo a Lhakgud no esta hechizado como lo esta el bosque. Es por tu protección. No olvides mis palabras.
Saluc miró a Froelder irónico, creía que esas palabras eran solo habladurías.
–Y que dices Saluc, ¿deseas empezar ya, o quieres descansar un rato?
–No trabajo tan tarde. ¿Donde esta mi habitación? –Dijo Saluc. Estaba ya cansado, había caminado desde su hogar, hasta la cabaña de Froelder, y no era un camino corto.

Al día siguiente, Saluc se levanto temprano. Adormecido, bajó a la sala. Desde hacia rato había escuchado unos ruidos fuertes. Al llegar abajo vio a Froelder con unas herramientas.
– ¿Qué sucede aquí? –Dijo Saluc adormecido.
–Te estoy fabricando una cesta. –Dijo Froelder con entusiasmo– Con ella recogerás los frutos y me los traerás aquí. Tu paga será diaria. Te daré 1 moneda de oro por cada fruto que me entregues.
–Y, ¿que te gustaría que te trajera? –Preguntó Saluc.
–Trae cualquier fruto fresco que encuentres, manzanas, mangos, duraznos, bayas, etc. Pero quiero que sean frescas.
La cesta estaba terminada, Froelder se la entregó a Saluc.
–Ten mucho cuidado con esta cesta, esta echa con el mejor mimbre que podrías encontrar en el bosque y además tiene un conjuro, con el que las frutas que encuentres no se pudran dentro de la cesta. –Le dijo Froelder a Saluc, como un elfo sabio que era.
–Está bien, la cuidaré. Solo una última pregunta, ¿A que hora regreso?
–Vuelve cuando el sol se este poniendo, no esperes la noche por que los lobos podrían hacerte daño. Como tú sabes. –Empezó a explicar Froelder con voz de aviso– el hechizo del bosque, echo por viejos elfos más viejos que yo, fundadores de Lhakgud, es un hechizo que nos protege de Orcos, monstruos enemigos y animales, pero el poder del hechizo se esta debilitando y muchos orcos ya han atacado partes de Lhakgud, los animales entran y salen cuando quieren, y estos enemigos aprovechan la caída de la noche para acechar. Te lo repetiré por última vez, no dejes que la noche te coja, o, Saluc, hijo de Hitrilen, que en paz descanses.

Al salir de la cabaña, Froelder le dijo una bendición.
–Surakctren Larmenduas. –El viejo elfo tocó la cabeza de Saluc y lo despidió con un beso en su mejilla.

Saluc, caminaba por la orilla del rio. Cada vez que encontraba un árbol, buscaba su fruto y lo introducía en la cesta. Ya había caminado casi dos horas y la cesta apenas llevaba la mitad de su capacidad llena.
El sol ya estaba en su cenit, ahora empezaría a descender. Tenía 6 horas para continuar buscando frutos, pero ya estaba cansado. Tenía gotas de sudor bajando por su cara, sus pies estaban maltratados y las piernas le dolían como nunca. Se sentó en una piedra, recogió agua del rio con una botella que se había llevado y tomó. Al levantarse para continuar, su estomago se estremeció; tenia hambre. Pensó en pescar, así que se introdujo al agua y trató de agarrar un pez con sus manos. Tras casi media hora de intentar agarrar un pez, por fin lo logró. Ahora, su problema seria comérselo. No se lo quería comer crudo, pero no podía perder más tiempo en encender fuego, así que crudo se lo comió.
Ya estaba reposado, las piernas yo no le dolían tanto como antes y el hambre no lo molestaba, ese pescado se la había calmado. Siguió caminando y recogiendo frutas.
El sol se estaba poniendo ya y Saluc pensó en regresar, pero una luz a lo lejos lo atrajo.

lunes, 23 de julio de 2007

Dizen

Hijo del Rey Diser; jefe y señor de Sivendel desde sus inicios. Dizen nació en el año 250, durante las guerras que se llevaron a cabo desde las puertas de Sivendel hasta los bosques de Tulhurien, donde Sivendel obtuvo la victoria tras luchar durante años contra los ejércitos orcos del norte.
Dizen, desde su niñez, se interesó por el arco y la flecha como un elfo normal, a los 18 años participó en carreras de caballos y siempre obtenía la victoria.
En el año 275, las guerras contra los orcos del norte comenzaron de nuevo. Dizen obtuvo el permiso de su padre para combatir. Tras 5 años de batallas y viajes, Sivendel obtuvo de nuevo la victoria y Dizen fue ascendido por su padre a Capitán del ejercito elfo.

En el año 293, cuando Dizen tenia solamente 53 años, el y su ejercitó viajó a conquistar nuevas tierras hacia el oriente. Esta vez Sivendel no ganó. Tan solo quedó la mitad del ejército de Dizen, el grupo de los enanos había batallado muy bien. Dizen volvió a Sivendel con su rostro inclinado.
–Padre, nuestro ejercito no batalló como queríamos. Perdimos a la mitad. –Dijo Dizen apenado– Es mi culpa.
–Claro que es tu culpa, no los entrenaste bien. –Dijo el Rey Diser– Sivendel necesita tierras y si no conseguimos nuevas este reino se debilitará y los orcos atacarán en el momento en que sientan eso. No podemos seguir así.
–Padre –Dijo Dizen– Necesitaré nuevas tropas, las entrenaré y tan solo en unos años atacaremos al occidente, en las tierras de los humanos, Bakhar.
–Está bien, ve con Hugomn. –Le indicó el Rey– Pídele las tropas que necesites, el te las dará.
–Como ordene, señor. –Dizen se inclinó, y se fue.

El cuartel militar de Hugomn estaba cerca de las murallas de Sivendel. Era un pequeño campamento donde Hugomn brindaba a las tropas.
–Principe Dizen, un gusto hablar con usted. –Dijo Hugomn inclinándose ante Dizen.
–Hugomn, necesito 500 militares.
– ¡Ho! No es una cifra pequeña. ¿Para que los necesitas? ¿Qué pasó con tu tropa?
–La mitad de mis elfos murieron mientras peleábamos contra los enanos. –Dijo Dizen triste– Necesito una nueva tropa para pelear contra Bakhar, necesitamos nuevas tierras.
– Hum. Bien, y… ¿ya tienes el permiso del Rey, tu padre?
–Si Hugomn.
–Bien, vamos, te daré a tu ejército.

Pasaron 7 años, Dizen entrenó a su ejército y según Hugomn ya estaban listos.
Dizen logró obtener el permiso del Rey Diser para atacar Bakhar, una ciudad pequeña, con hombres fuertes, donde, como Dizen sabia los esperaba un gran de ejercito de 700 u 800 militares. Pero ni eso lo asustaba, el sabia que 580 elfos los podrían vencer.

Al llegar la noche de un día de invierno en Sivendel, Dizen le informó a su tropa que atacarían Bakhar. Dizen los organizó, y emprendieron su viaje al occidente, donde Bakhar y su ejercito su esperaban.
580 elfos, caminaban y cabalgaban armados hasta el cuello, con armaduras finas y encantadas por los sabios elfos y unos con arcos y otros con espadas. Dizen y la tropa ya se acercaban a Bakhar, a los lejos podían divisar el ejercito humano. Casi 700 hombres, unos con ballestas, espadas y hachas.
Cada vez el ejército de Sivendel se acercaba más y más. Hasta que, a una distancia moderada, Dizen lanzó una flecha y un humano calló al suelo. El ejército de Sivendel corrió y cabalgo hacia Bakhar, el ejército de los hombres preparó sus hachas, sus espadas y sus ballestas y momentos después, la guerra se desató. Se veían hombres y elfos cayendo al suelo, Dizen se perdía entre tanto alboroto. Pasaron varias horas y los elfos iban ganando la batalla.
–A las puertas. –Grito Dizen a un grupo 50 elfos. – Asaltaremos la ciudad desde adentro. Vamos.
El grupo de elfos cubrían a Dizen mientras el hacia un conjuro.
–Intentaré convertir la puerta en arena. Cúbranme. –Dijo Dizen, mientras decía unas palabras y miraba concentrado la puerta. Dizen extendió sus manos hacia el cielo y dijo– ¡Astkart!– y una luz azul lo cubrió, después volvió a extender sus manos en dirección a la puerta y dijo– KaerfKrad –La luz azul cubrió la puerta mientras esta caía convertida en arena.– Vamos, entren, entren.
Un grupo de 100 elfos entró a la ciudad y empezaron a matar a otros 200 hombres cargados con ballestas. Dizen fue al refugio de los ciudadanos y a todos los calmó.
–Mucho gusto Barkhamianos. Soy el príncipe Dizen de Sivendel. Tienen que calmarse, no les haremos daño. Solo queremos que salgan de la ciudad, les pedimos que lo hagan de la manera buena o sino, mi ejercito los sacara de la manera violenta. Por ahora, esperen la orden de su Rey, hablaré con el para que los saque.

Dizen corrió al castillo, y en el camino mataba humanos. Al llegar, se enfrento con dos guardias que custodiaban las puertas del castillo. Subió las escaleras hasta el aposento del rey.
–Vete, elfo maldito. –Dijo el Rey Larkulius sosteniendo una espada en su mano.
–Señor. –Dijo Dizen inclinándose– Soy el príncipe Dizen, hijo de Diser, Rey de Sivendel. Queremos que Bakhar quede desocupado ya mismo. Mi ejercito elfo esta venciendo al suyo, y ya no le queda escapatoria. Mi reino le pide a usted que desocupe Bakhar de la manera buena o mi ejército y yo los sacaremos a las malas.
El Rey Larkulius se abalanzó sobre Dizen, pero su armadura lo protegió, la espada se rompió y Larkulius se arrodilló en el suelo.
–Larkulius, desista, somos más.
El Rey Larkulius salió del castillo, fue hasta el refugio subterráneo donde Dizen ya había estado, y dio la orden de salir de la ciudad.
Dizen salió del refugio con el Rey.
–Paren el fuego. –Dijo Larkulius.
–Paren el fuego. –Repitió Dizen y agregó–VENCIMOS.
Se escuchó un bullicio en todo Bakhar y el Rey Larkulius, su reino y su ejército salieron de la ciudad en llamas de Bakhar. Con su cabeza inclinada, Larkulius dijo:
–Elfos malditos, algún día los humanos venceremos y su raza se extinguirá.

Dizen cabalgó al oriente, hasta Sivendel. Iba muy contento a contarle a su padre de su victoria. Al llegar, corrió al castillo, subió al aposento del Rey y gritó:
–Vencimos padre.

domingo, 22 de julio de 2007

¡El Resguardo de Eltherion abre sus puertas!


Bueno. Empecé con un nuevo blog. Esta vez pienso en colgár las historias fantasticas que he creado.
Con este nuevo blog espero no discontinuar la creación de entradas, y espero que quienes lean estas entradas comenten y me den sus opiniones, que debo cambiar, etc, etc.
Les anticipo, la primera historia que les regalaré sera sobre Dizen, mi personaje en EAU. No se despeguen. XD