jueves, 23 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Agradecimientos

Hola. En esta entrada quiero agradecer a las pocas pero importantes personas que hiceron posible la creación de Robo en Oirad.
Primero que nada a Dios por darme la sabiduria y la ideas para escribir ^^.
A Malfuin, que me ayudo demasiado con los nombres yalgunos datos sobre criaturas fantasticas.
A Alandur...te me habias pasado ^^ pero aquí te pongo...muchas gracias por las imagenes que me has dado, y gracias por el día en que casi no encontrabamos una imagen de una ciudad. Pero vos seguiste buscando y por fin!!estuvo!xD. Grax!
A Julio ^^ por preocuparse por la portada!jaja. (Todavia la espero ¬¬)
Y ademas a todos los que han leido y especialmente a los que comentaron.
Gracias.

Bueno, como algunos saben, voy a escribir un FanFict sobre Brujillizas una pelicula de Disney Channel; espero que les guste. (lo publico cuando lo termine ^^)

miércoles, 22 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo Secreto.

Hola a todos. Aqui les mando el link para desbloquear el capitulo secreto de la historia que han estado siguiendo. Se trata de unas preguntas acerca de la historia, si las responden todas correctamente podran desbloquear el capitulo secreto, pero si se equivocan en una...mmm...podran volver a comenzar ^^. Pueden entrar aqui para empezar.:
CAPITULO SECRETO

En la siguiente entrada daré los agradecimientos a las personas que hicieron posible la creación de esta historia.
Bye.

martes, 21 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo 6

Hola, he vuelto despues de tantos dias ^^. Bueno, retomo Robo en Oirad con el 6º y ultimo capitulo...Si, el ultimo. Se me habian acabado las ideas de como podria seguir (por eso el capitulo tan corto), jeje. Pero tranquilos que seguiré escribiendo historias. Ha! La proxima entrada será un capitulo secreto de Robo en Oirad, pero no continuación de este. El capitulo secreto tendran que desbloquearlo por medio de unas preguntas que respondan...bueno despues les daré los detalles. Espero que les guste este ultimo capitulo. Ha! muchas gracias a los que siguieron la historia.



EN EL CAPITULO ANTERIOR QUEDAMOS EN: Saluc salió de la tienda, vio alrededor pero no vio nada, corrió hacia los árboles y allí estaba...
Hitrilen. Yacía decapitado. Pero no había nadie más.
–Padre!!!!!. –Grito Saluc ahogado por las lágrimas.
El cuerpo sin vida de Hitrilen se encontraba tirado en el pasto, rodeado por sangre y un hacha estaba a su lado.
–Malditos sean, malditos sean todos!! –Grito de nuevo Saluc.
Pero, ¿Quiénes habían sido?
Recordó en el desierto.
–El hacha que levanto esa criatura.
Habían sido ellos, los de la mancha.
Saluc, ahora estaba solo. Volvió a la tienda y llorando intentó dormir, pero lo hizo solo unas cuantas horas.
–Me iré ahora. Tengo que comunicarme con Froelder, pero como lo hago. –lloraba Saluc.
Y de pronto, una paloma se posó en un árbol. En su pico llevaba una carta envuelta como un pergamino.
Saluc tomó la carta y la leyó.

Querido Saluc
Me he dado cuanta de la tragedia, las noticias llegan como rayo.
Ahora se que piensas que estas solo, pero no es así.
Tu llevabas una bendición, y con esta no estarás en peligro.
Ahora te daré algunas instrucciones.
He mandado a ejecutar Gaval, así que en corto no estarás más en peligro y la orden de matarte será anulada.
Son buenas noticias Saluc, asimismo ahora regresarás y en cuanto llegues Gaval no existirá y serás libre.
Por ahora no os preocupéis, mi bendición está contigo.
Suerte, te desea tu viejo y sabio amigo Froelder.
Bendición.

Ahora Saluc estaba contento, su vida muy pronto dejaría de correr peligro. Ahora seguiría las instrucciones de Froelder; Volver.
Saluc montó uno de los caballos y al otro lo amarró del que había montado.
–Vamos. –Gritó al caballo.
Saluc tendría que cruzar de nuevo el desierto, con cuidado de no encontrar ejércitos, pero era muy difícil no toparse con uno.
Ahora, allí estaba de nuevo en el desierto y una mancha como la de antes vio a lo lejos.
–Hay no. Son ellos de nuevo.
Pero ahora la mancha no era igual, esta vez era mucho más grande; era un ejército mayor.
Saluc recordó a Froelder.
–Estoy bendito. –repetía mientras el caballo se acercaba más y más a la macha.
Saluc jaló la rienda del caballo y este frenó. El ejército también había parado y no eran solo enanos, era también uno de humanos. Eran casi 500 hombres y enanos, armados con hachas, ballestas, espadas, aves Fénix, unicornios, osos y toda clase de animales.
Y a unos metros más estaba Saluc, con tan solo dos caballos.
Una voz fuerte gritó, y el ejército se vino sobre Saluc. Asustado el chico gritó.
–Froelder, donde esta tu bendición.
En cuanto dijo eso un grupo de 800 elfos se puso tras el, caían de un circulo rojo en el cielo. Estaban de su parte.
Saluc y su ejército esperaban al grupo, ahora asustado de hombres y enanos. De pronto, estaban a tan solo unos metros.
–Saluc, esperamos tus órdenes. –Dijo uno de los elfos.
–Esta bien. –Dijo. –Preparados. –El ejército alisto sus arcos y sus espadas– Listos. –El grupo de hombres y enanos estaba más cerca aun. – ¡Ataquen!
Volaron flechas y otros cuantos elfos mataban con sus espadas. Ahora era una guerra sin cuartel.
Se elevaban cabezas por el cielo, se regaba sangre en la arena del desierto y hombres, elfos y enanos morían cada segundo.
Saluc tenia una espada que uno de los elfos le había dado. La espada estaba hechizada, la cual hacia que los reflejos del chico mejoraran. Saluc cortaba cabezas, traspasaba armaduras y cruzaba su espada con hachas de enanos.
Ya no quedaban enanos. Todos estaban tirados en el suelo. La guerra seria ahora contra un grupo de 100 hombres poco armados.
–Esto será fácil. –Murmuraba uno de los elfos.

Mientras en el desierto, vidas se cobraban. Froelder miraba en su bola de cristal toda la guerra. Contento del triunfo de su ejército rió.
–Felicidades Saluc.


Ahora Saluc, de nuevo estaba solo. El ejército se había desvanecido en una ráfaga de viento. Ahora caminaba entre la arena pintada de sangre y entre cabezas y miembros despedazados.
–He vencido. –Decía feliz
En eso, una cara en el cielo apareció.
–Hijo mío. Ha sido un honor tenerte a mi lado. Pero ahora tendrás que continuar tu vida solo. Froelder no estará más contigo. El ha muerto y está ahora con migo. –Decía la triste voz de Hitrilen
–Padre. ¿Cómo dices? –Decía Saluc llorando
–Cuando Froelder mandó la orden de ejecutar a Gaval, todo se cumplió. Pero la noticia se supo en toda la tierra. Y todo hombre de Dehra se dirigió a la cabaña del viejo elfo y mientras tú vencías en el desierto, Froelder era aniquilado. Todo en su cabaña se destruyó al igual que Lhakgud, nuestro bosque.
Saluc lloraba cada vez peor.
–Padre, no me puedes decir eso. Ahora, ¿que haré yo? ¿A dónde iré?
–Eres fuerte Saluc. Y yo se que sobrevivirás muchos años más. Tu sabrás que hacer, has sido llenado de la sabiduría mía y de Froelder. Ahora vete, ya no estas en peligro. Comienza una nueva vida y nunca desprecies la enseñanza que te dimos.
La cara en el cielo desapareció. Saluc se limpió sus lágrimas y una golpe de viento abrazó su cara.
–Vamos. –Le dijo a sus caballos– Empezaremos una nueva vida.
Los caballos cogieron velocidad y el desierto de nuevo y como siempre quedó completamente solo.

FIN

viernes, 17 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo 5

Hola, he vuelto con el Capitulo 5, un poco corto pero interesante (creo yo).

Una cosita, los voy a extrañar este fin de semana, me voy a una finca y por desgracia no tengo un portatil para trabajar :(...entonces retomaré la historia el martes, o si llego temprano, el lunes por la noche. Gracias a todos los que leen y comentan, espero que este capitulo les guste!

CAPITULO 5

salió triste de la cabaña en dirección a su casa. De nuevo, mientras pasaba por la misma zona donde recogía frutos, vio la luz amarilla. Al pensar en esto, lloró.
Caminó por varias horas, y por fin logró ver su casa. Su padre estaba en la entrada con un par de caballos amarrados a un árbol. Los caballos tenían maletas colgadas a los lados de su lomo.
–Saluc. Elfo malvado. ¿Qué has hecho?
–Padre perdón. –Saluc inclinó su cabeza.
–Me contaras en el camino, por ahora debemos escapar.
Hitrilen y Saluc montaron los caballos y rápidamente cabalgaron en dirección a las minas abandonadas de Vekkwel, donde en años nadie iba.
La pared transparente de nuevo estaba ante los ojos de Saluc. El y su padre la cruzaron.
–Ya no hay vuelta atrás. Ahora si cuéntame, nadie, ni siquiera los arboles nos oirán.
–Bien…–Saluc contó la historia y su padre no estaba muy feliz.
–Saluc. Que has hecho, eso ha sido una deshonra. Nunca en nuestro linaje ha habido tal deshonra. Ahora Froelder que pensará de esta familia.
–Padre, perdón. Perdón. –Mientras Saluc hablaba lloraba como nunca.
–No llores. –Grito Hitrilen. – Se un elfo fuerte, si tuviste el valor para tal cosa que hiciste deberás tener el valor para afrontar tu reprimenda.
Cada vez los caballos eran más lentos, el agua ya se les estaba acabando y muy pronto llegarían al desierto.
–Cuanto falta padre.
–Todavía falta mucho, si seguimos a este paso nos tardaremos más de los días que tenemos previstos. Toma agua y riega un poco al caballo.
A unos metros ya se veía el desierto. El sol estaba en su cúspide y el calor cada vez era más intenso y esta vez seria peor en el desierto. Tendrían que cruzarlo antes de la noche o no les seria fácil armar un campamento. Del desierto llegarían al monte de Ruatnor donde pensaban preparar el campamento.

Y ahora, allí estaban, en el lugar más solo y caluroso de la tierra; el desierto. Los caballos iban más y más lento cada minuto. Saluc y Hitrilen estaban sudorosos y el agua estaba escaseando.
–Toma, ponte esto. –Hitrilen le pasó a Saluc un turbante blanco– Te protegerá la cabeza.
Hitrilen también se puso uno igual.

Ya habían recorrido casi la mitad del desierto, ya estaba tarde y el sol iba bajando.
–Papa. –Dijo Saluc– ¿Qué es eso?
–Saluc, ven. Habrá que desviarnos. –Contestó Hitrilen– ¡Corre! –le gritó al caballo.
Los dos hombres cabalgaron desviándose de su camino, aunque no debían perder tiempo tenían que perder a lo que venia.
–Papa, se esta aligerando.
–Tranquilo.
Hitrilen golpeaba a su caballo y le decía a Saluc que lo hiciera. Pero los caballos no aguantaron y pararon.
–Saluc, vamos, abajo. –Decía Hitrilen fatigado.
– ¿Y los caballos?
–Estarán bien. ¡Fhedkeir!–Hitrilen hechizó a los caballos– Nos seguirán en cuanto descansen y no podrán ser robados.
Hitrilen y Saluc, desamarraron sus cosas de los caballos, tomaron un poco de agua y empezaron a correr.
–Corre Saluc, nos alcanza.
–Pero padre ¿Qué es?
–No importa lo que sea, hay que escapar.
Corrían y corrían, pero los alcanzaba. Y al fin, se rindieron.
–Hijo, estaremos bien. –Decía Hitrilen mientras abrazaba a su hijo.
Era una mancha negra, o así se veía a lo lejos, que cada vez se acercaba más y más.
Cuando ya estaba bastante cerca Hitrilen supo lo que era.
– ¡Saluc corre! –Gritó Hitrilen– ¡Ya!
Los dos corrieron como nunca lo habían echo, pero la mancha era más rápida que ellos.
–No te rindas hijo –Decía Hitrilen corriendo.
–Papa, ¿Qué son? –Ahora, la mancha se había convertido en un grupo de gente que los perseguían.
–Cállate y corre.
Corrían y corrían, y cada vez el gentío se veía mayor.
Hitrilen y Saluc, al intentar correr más rápido una voz los detuvo.
–Elfos malditos, parad ahí.
Los elfos se detuvieron jadeando.
–Han sido maldecidos en nombre de Mahal. –Gritaba la voz– Saluc, hijo de Hitrilen, entrégate, o serás un fugitivo hasta tu muerte. Gaval, hijo de Givel, hijo de Fuêkvi te ha juzgado de ladrón. Has robado en las minas de Oirad las sagradas monedas tiznadas.
–Pero Gaval también es un ladrón.
–Calla. –Grito una de las personas alzando un hacha– No tendrás derecho a hablar hasta que se te ordene.
–Calla Saluc. –Le murmuraba Hitrilen al oído.
–Saluc, hijo de Hitrilen. Quédate quieto, uno de nosotros irá por ti.
Los dos caballos de los elfos venían al fondo, cabalgando a paso corto.
–Saluc, quédate quieto. Mira. –Le dijo Hitrilen señalando disimuladamente al par de caballos.
–Padre, ¿que piensas?
–Cuando ordene, te montas al caballo. ¡Keirdeh! –Murmuró Hitrilen. En eso, los caballos empezaron a cabalgar más rápido. Alcanzaron a llegar al lado de los elfos.
– ¡Monta! –Grito Hitrilen.
Saluc y su padre montaron los caballos y escaparon.
– ¡Rayos! –Gritó uno de los del ejército.
Pero ya muy lejos estaban los elfos.

–Bien hijo. Ahora sigamos con nuestro viaje. Estamos cerca del bosque, la caminata nos adelantó un poco del camino, pero aun así perdimos tiempo. Los caballos están descansados así que podemos cabalgar rápido y pronto llegaremos. Mira, los árboles están no más a unos cuantos metros.
Y así era el bosque no estaba a más de 500 metros.
Cabalgaron unos minutos más y allí estaban en el bosque inhabitado de Fhassuris que por años había sido escondite de saqueadores.
–Aquí armaremos nuestra tienda. Estará protegido de animales del bosque, así estaremos bien.
Hitrilen abrió su maleta, dijo unas palabras y la tienda se armó.
–Ahora duerme…
–Pero…es muy temprano todavía.
–No importa. Mañana saldremos temprano.

Durmieron, pero a media noche, un ruido los despertó.
–Padre, que es eso. –Saluc abrazó a su padre.
–Voy a salir.
–Ten cuidado.
Los murmullos calmaron los sonidos, pero aun así Hitrilen salió.
– ¡Aaaaaaaaaah! –Un grito asustó a Saluc, era Hitrilen.
– ¡PAPA! -Saluc salió de la tienda, vio a su alrededor pero no habia nadie, corrió hacia los arboles y alli estaba...

(continuará)

jueves, 16 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo 4

Hola, me compadecí...y no quiero dejarlos con la intriga!^^...bueno, en este capitulo van a descubrir muchas cosas :)...Espero que les guste...


CAPITULO 4

EN EL CAPITULO ANTERIOR QUEDAMOS EN:La luz de la cabaña de Froelder se encendió y de nuevo la pudo ver. Pero cuando Saluc se estaba emocionando por que ya iban a llegar, ante sus ojos...

...un lobo apareció. Aharâlor relinchó, se paró y corrió rápidamente a la cabaña. La cesta de frutas calló al suelo con Saluc y las armas que había traído, el lobo de repente retrocedió. Pero el miedo de Saluc lo atrajo de nuevo. La bestia mordió su pierna y algunas partes de su brazo. Saluc estaba indefenso, pero recordó las armas; agarró la espada, y cortó una pierna del lobo. El animal chilló e intentó correr, pero Saluc se levantó y clavó la espada en su espalda. La sangre del lobo se rego en el pasto. Saluc clavó la espada en la tierra y la limpió.
–Ahora, me voy a casa.
Pero cuando se dirigía a la cabaña una manada de unos 20 lobos apareció, Saluc se recostó en un árbol y gritó. Pero al hacerlo uno de los lobos habló.
–A el. –Dijo la voz ronca de una de las bestias.
20 lobos se abalanzaron sobre Saluc, ya no podía hacer nada, ni siquiera agarrar su escudo y protegerse. Los lobos mordían y arrancaban de la piel de Saluc todo pedazo fácil que encontraban.
Saluc se sintió muerto, pero cuando iba a caer una voz espantó a los lobos y Saluc cayó.

Al despertar estaba acostado en su cama en la cabaña de Froelder. Unos trapos empapados estaban mojando su cabeza y Froelder sobaba algunas heridas.
– ¿Qué te ha pasado? ¿Por que no estuviste aquí a tiempo? –Preguntaba Froelder enojado– ¿Y que hacen todas estas armas y por qué tu maleta esta llena de joyas? –Preguntaba esta vez señalando la maleta entreabierta de Saluc y las armas que estaban acomodadas en una mesa. – ¿Qué has hecho Saluc?
–No es nada malo Froelder. Te lo juro por Varda. –Decía Saluc adolorido.
–Cállate, no jures en vano a nuestro dios. ¿De donde has robado esto?
–Te juro que no lo he robado. –Saluc entró en llanto– Perdóname por no llegar. Pero créeme yo no he robado esto.
–Entonces, si no has robado esto, ¿de donde lo has sacado?
–Emm. –Decía pensativo. – Te lo contaré todo, pero no me vayas a regañar ni a contárselo a mi padre.
–Cuéntame.
– ¿Recuerdas que ayer no te traje nada?
–Si lo recuerdo.
–Pues, todo fue por una luz. Una luz en las minas de Oirad.
– ¿En las minas de Oirad?
–Si. Como lo oyes. Yo me encaminé hacia allá. Me sentí curioso por ver lo que habría. Cuando llegué vi que la luz se filtraba por las grietas de la mina. Entré, y encontré una olla con monedas de oro. –Froelder se sorprendió pero no habló– Yo tuve miedo de que algún enano me encontrara pero la mina estaba sola, cogí un poco de ese oro y volví a la cabaña. Empecé a pensar en lo mucho que podía conseguir con las monedas, pero necesitaba más monedas. Esta mañana, me levanté temprano y salí a recoger frutas para entregarte algo y que no sospecharas, cuando terminé de recoger volví a la mina y robé más de esas monedas. Cuando terminé volví a la cabaña, pero vine por Aharâlor…
–Algo que estuvo mal. No debiste coger a mi caballo.
–Si, perdón. –Dijo Saluc apenado– Entonces. –Continuó– Monté a Aharâlor y cabalgué al norte, donde esta Dehra, la ciudad de los hombres. Sabía que allí vivía Gaval, uno de los mercaderes más conocidos de la tierra.
– ¿Fuiste donde Gaval? –Dijo esta vez, en serio enojado.
–Si, ¿Porqué? ¿A el no le compraste a Aharâlor?
–Si, por que en ese tiempo Gaval no era un ladrón.
Saluc, se asustó.
–Todos lo saben –Continuó Froelder– Gaval desde hace unos años roba a enanos, elfos y humanos, y en estos últimos tiempos lo esta haciendo con centauros y duendes. Las armas que tienes en tu poder son del mercado negro y el oro que le diste no tiene valor alguno. Me parece muy extraño que Gaval no se diera cuenta.
– ¿No tienen valor esas monedas? –Preguntó Saluc confundido– ¿A que te refieres?
–El “oro” de Oirad, es solo metal. Los enanos de allí han tiznado las monedas con la pintura extraída de los árboles de Luz. Si Gaval se da cuenta de que lo estafaste te matará.
–Pero, ¿para que les sirve a los enanos las monedas tiznadas? –Saluc aun seguía confuso.
–Hace 200 años, en las profundidades de Oirad, un enano llamado Bakxêr comenzó con la tradición de tiznar metal. A los enanos de la mina les sirvió de protección, ya que la olla en la que guardaron las monedas estaba encantada con runas enanas, y estas runas y el metal formaban una unión que hacia que cualquier saqueador que intentara entrar retrocediera. La mina se protegió durante 200 años, pero la luz que viste fue señal del descoloramiento que están causando las monedas y este descoloramiento ha causado el deterioro del encanto.
–Entonces, ¿Las monedas que Gaval tiene se están decolorando? –Dijo Saluc asustado
–Como lo dices En poco, esas monedas se convertirán en solo círculos de hierro.
Saluc estaba espantado. Gaval se daría cuenta de su estafa y seguramente informaría a los ejércitos enanos del robo de Saluc.
–Saluc, ¿Le has dicho a Gaval de donde eres?
–Hum. Creo que no. –Dijo pensativo.
–Dime. –Gritó Froelder– ¿Le dijiste que eras de Lhakgud?
<> Recordó lo que había dicho en la puerta de Gaval.
–Si, le dije que era hijo de Hitrilen y que era de Lhakgud. –Saluc inclinó su cabeza intentando lloriquear.
Froelder levantó su mano y con un movimiento rápido golpeó la cara de Saluc.
–Ve a tu habitación. Le notificaré esto a tu padre. No quiero tener problemas en mi hogar.
El muchacho adolorido subió a su cuarto, con la cabeza inclinada y botando lagrimas.
Abajo, Froelder escribía una carta para Hitrilen.

Buen amigo Hitrilen.
Saludos desde la cabaña.
Te escribo para hablarte de tu hijo, Saluc. En estos pocos días de convivir con migo ha causado problemas. Yo no quiero ser parte de esos problemas y ahora ha hecho algo realmente malvado.
Mandaré a Saluc mañana temprano, espero que esta carta llegue antes que el.
Te daré algunas instrucciones, las cuales sino sigues serás parte del error que cometió Saluc.
Cuando el muchacho llegue, escaparas con el lejos de Lhakgud, ha cualquier lugar menos a Dehra. Espero que Saluc te lo cuente todo cuando llegue.
Cuando escapen del bosque deberán cuidarse de cualquier ejército que los detenga.
Yo los bendeciré y no tendrán muchos trabajos.

Mucha suerte Hitrilen
Saludos te manda, Tu viejo y sabio amigo Froelder.


Froelder envió la carta con una de sus palomas mensajeras, encantada para no perderse.
–Suerte Hitrilen, mucha suerte. –Murmuraba Froelder.

Pasó la noche, y de nuevo amaneció.
–Saluc. –Gritó Froelder– Despierta ya.
–No quiero trabajar tan temprano. –Decía la voz adormecida de Saluc del otro lado de la puerta.
–No vas a trabajar. Te iras de mi cabaña, tu padre ya lo sabe.
La puerta del cuarto de Saluc se abrió.
– ¿Qué dices?
–Como lo oyes, te vas de mi cabaña en este momento.
–Froelder, no me puedes hacer esto. Perdóname por todo.
–No puedo perdonarte. Ya le di unas instrucciones a tu padre, ustedes dos escaparan de Lhakgud y no podrán volver hasta que Gaval este muerto y la orden que pueda sacar para juzgarte sea anulada. Yo les comunicaré cuando eso suceda.
–Pero Froelder… –Decía Saluc sollozo.
–Vete. Vete ya. Tus cosas no las necesitaras a donde vallan.
– ¿Y mis armas?
–No me hables de eso, o tu cara se estropeará de golpes. Esas armas las esconderé lejos de mi cabaña y si las llevas contigo será peor.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo 3

Bueno, se le tuvo rapidito este tercer capitulo y el cuarto si Dios quiere. Bueno, muchisimas gracias a los que han leido y seguido hasta ahora. Tambien muchas gracias a Alandur por la imagenxD.
No les quito mas tiempo, que lo disfruten; ¡Ah! y una ultima cosa...no me vallan a reclamar por dejarles la intriga...muajajaja...Soy malo¬¬!!xD!





CAPITULO 3
Pasó la noche, y el sol ya estaba saliendo. Saluc se había despertado temprano, estaba listo para volver. Se cargó una maleta a los hombros, tomó la cesta en las manos, metió su cantimplora a la maleta junto con las monedas que había recogido el día anterior y bajó.
–Te preparé algunas bayas. –Dijo Froelder mientras Saluc bajaba corriendo por las escalas.
–Gracias, pero no tengo tiempo, quiero recoger muchas frutas. –Abrió la puerta, se despidió y la volvió a cerrar.
Saluc empezó a caminar igual que el día anterior. Al llegar a una parte poco boscosa, pudo ver la luz. Saluc se animó y corrió en dirección a Oirad. En el camino iba recogiendo algunas frutas y las metía en la cesta. Ahora, de nuevo, estaba en frente a la pared transparente. Saluc dejó la cesta al lado de un árbol, llenó de agua su botella, tomó un poco y marchó a Oirad.
Al llegar repitió las palabras del día anterior.
–Fuego, Hachas, Armaduras-Dominio.
La puerta se abrió y Saluc ingresó a la mina. La mina estaba igual que antes; sola y descuidada. Siguió la luz y de nuevo vio la olla. Saluc descargó la maleta en el suelo y la llenó con todas las monedas que le entraran. Cuando terminó de llenar la maleta, se sentó en una butaca de piedra, tomo un poco de agua y de nuevo marchó al bosque.
Al llegar a la cabaña, no tocó a la puerta, sabia que Froelder estaba dentro y no quería que el supiera que estaba allí. Solo iba por Aharâlor, el caballo de Froelder. Era un caballo grande y noble, se dejaba domar de cualquiera. Froelder lo había comprado un día que unos mercaderes lo habían llevado a Lhakgud, lo vendían por tan solo 3 monedas de oro.

Saluc montó a Aharâlor y cabalgó hacia el Norte, donde estaba Dehra, la ciudad de los hombres. Saluc, iba en busca de Gaval, un mercader que cambiaba el oro por toda clase de objetos; arcos, flechas, armaduras, hachas, espadas, joyas. Gaval, había viajado hacia unos años a Lhakgud, y Hitrilen le había comprado a Saluc un arco y una espada de juguete.
El camino no era corto hasta Dehra, y el día era caluroso, el sol estaba en su cenit y su brillo cada vez era más intenso. Aharâlor, estaba exhausto y cada vez cabalgaba más y más despacio, Saluc lo mojó un poco con el agua de su cantimplora y el también tomó un poco.
A lo lejos ya podía ver las murallas de Dehra. Al llegar, Saluc y Aharâlor entraron si ser detenidos por los guardias, tal vez pensaron que Saluc era un mercader.
Ya dentro de Dehra, Saluc preguntó por Gaval a un hombre flaco y viejo que según el se llamaba Veerild.
–Gaval, anda de aquí para allá. Pero hoy estas de suerte muchacho, esta en su casa.
–Y donde queda eso. –Preguntó Saluc, quien no conocía nada de las ciudades de los hombres, nunca había estado en una.
–Hum. Muchacho, parece que no conoces mucho de Dehra. Gaval vive El Pasillo de Fredaran, para llegar allí, deberás ir al mercado y meterte por el callejón de la izquierda de la entrada. Por allí, cruzas de nuevo a la izquierda y ese es El Pasillo de Fredaran. Podrás reconocer la casa de Gaval, por que en la entrada esta su nombre en elfico: Tathar.
–Muchas gracias señor. –Dijo Saluc agradecido, extendiendo su mano hacia el.
–Suerte muchacho.
Saluc se marchó y siguió las indicaciones del viejo.

Al llegar al mercado se bajó de Aharâlor, lo amarró a un farol y empezó a caminar según las indicaciones de Veerild. Cruzó a la izquierda de la entrada y de nuevo a la izquierda. Y allí estaba, en el Pasillo de Fredaran. Era un largo y estrecho camino, poblado por casas construidas de madera. No se veía persona alguna ni se oía ruido alguno. Saluc caminaba y miraba las inscripciones en las puertas de las casas, pero por fin, vio la que necesitaba. "tathar"

Saluc toco la puerta, esperando encontrar a Gaval en casa.
– ¿Quién es? –Preguntó una voz ronca dentro.
–Soy Saluc, hijo de Hitrilen, de Lhakgud. Busco a Gaval. –Respondió Saluc del otro lado.
La puerta se abrió suavemente, Saluc entró y vio en el interior a un hombre alto y joven.
La casa era pequeña y estrecha. Tenía un comedor pequeño, una cocina sucia y desordenada y unos cuantos adornos.
–Siga. –Dijo el hombre.
– ¿Es usted Gaval? –Preguntó Saluc desconcertado.
– ¿Qué? –El hombre levantó una ceja– ¿Acaso no sabéis quien soy yo? Claro que soy Gaval, hijo de Givel, hijo de Fuêkvi. Soy le mercader más conocido de toda tierra conocida y sin conocer.
–Bueno, vengo a cambiar mis monedas por joyas y armas…
– ¡ja! –Interrumpió Gaval– Un chico como tú no podría tener monedas de oro que le alcancen para joyas y armas.
Saluc colocó su maleta sobre la mesa de comer, la abrió y dejo regar el cúmulo de monedas que en ella guardaba. Gaval se impresionó.
–Siéntate respetado joven. Cuéntame que necesitas. –Dijo Gaval mientras iba a la cocina y servía una copa de vino.
–Bien, quiero joyas, un arco, una espada, flechas, una ballesta…
–Todo te lo tengo. Sígueme. –Gaval se paró y dejó su copa de vino en la mesa.
Detrás de un anaquel había una puertecilla de madera.
–Pasa. –Dijo Gaval a Saluc.
Los dos entraron. Dentro era un sótano, amplio y lleno de toda clase de armas y joyas.
– ¿Y por que escondes esto? –Preguntó Saluc.
–Es un secreto, pero tú pareces un buen chico, así que te diré. Todos los objetos que ves aquí han sido robados. –Saluc se asustó. – Las joyas han sido saqueadas de las minas de los enanos y las armas de cuarteles humanos. –Saluc empezó a ponerse pálido y a sentirse mareado. – ¿Qué te pasa?
–No es nada. Salgamos de esto rápido.
"El chico esconde algo" Pensó Gaval.
–Bien, contaré las monedas. –En total eran 500 monedas. –Con esto te daré una espada de mithril, un escudo, la ballesta que querías y unas cuantas joyas.
–Pero, las armas y las joyas las sacaré en publico y alguien pensará que robé esto. –Saluc seguía asustado.
–No lo harán. Cada espada, arco, escudo o ballesta de cada ciudad tiene una marca que las distinguen. Esas marcas están borradas. Pero yo tengo una pregunta, ¿Por qué estas tan asustado?
–Te repito que no es nada. Ya, empácame esto y me voy.

Saluc agarro su maleta llena ahora de joyas robadas, envainó la espada, cargó el escudo a su espalda y la ballesta la agarró en la mano. Caminó hacia el mercado por Aharâlor, al llegar allí seguía amarrado al farol. Desató la cuerda y lo montó.

Saluc cabalgó de nuevo hacia el bosque. El sol ya se estaba poniendo y debía llegar en menos de 2 horas. Aharâlor cabalgaba rápido y el bosque ya se podía ver, en unos cuantos metros llegarían.
–Vamos chico. Estamos cerca, no te canses. –Le animaba Saluc al caballo, quien se estaba poniendo lento ya.
"Froelder me matará por esto si se entera" Pensaba Saluc.
Al fin, allí estaba la entrada al bosque. Saluc y Aharâlor, cruzaron la pared transparente. Saluc se bajó del caballo y recogió la cesta de frutas que aun seguía allí. Amarró la cesta en la enjalma del caballo, ya que no tenia más lugar para cargarla el. Llenó su cantimplora de nuevo, tomo un poco y regó el lomo de Aharâlor. El chico se volvió a montar y el caballo empezó de nuevo a cabalgar. Faltaban unos pocos minutos para la puesta del sol y Saluc estaba asustado, ya empezaba a oscurecer. Froelder se preocuparía y lo iría a buscar, y ese no era el propósito de Saluc. Aharâlor cabalgaba cada vez más lento y Saluc se estaba durmiendo.
Mientras seguían, Saluc vio por fin la cabaña de Froelder, pero aun seguía lejos y la oscuridad llegó. El sol no estaba y ya podía ver la luna; mala señal. Ahora empezarían a salir los lobos de sus cuevas.
–Vamos muchacho, rápido. –Decía Saluc asustado.La luz de la cabaña de Froelder se encendió y de nuevo la pudo ver. Pero cuando Saluc se estaba emocionando por que ya iban a llegar, ante sus ojos... (continuará)

martes, 14 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo 2

Aquí esta el segundo capitulo. No estoy muy demorado con la publicación por que ya tengo los 3 primeros capitulos listos.
Bueno, pues, como les dije antes, espero que sigan mi historia y que comenten xD...Bueno, lean y me dicen.


CAPITULO 2


Lo que vio fue una luz amarilla, que casi lo encegueció, estaba al final del bosque pero a Saluc le dio miedo salir. La voz de Froelder le llegó a la mente y escuchó su sermón.
–“Siempre recuerda que no debes salir de Lhakgud, fuera hay mucho peligro y el mundo externo a Lhakgud no esta hechizado como lo esta el bosque. Es por tu protección. No olvides mis palabras.”
Pero la luz alumbraba cada vez más y Saluc no se pudo aguantar las ganas de ir y averiguar que era.
Al llegar a la salida de Lhakgud, Saluc cruzó la pared transparente suministrada por el hechizo y al cruzarla sintió una fuerza en su cuerpo que lo llevaba hacia atrás, pero el siguió, ni siquiera eso lo podría parar. La intensidad de la luz amarilla cada vez era mayor y cada paso que Saluc daba, lo acercaba más a al resplandor. El sol cada minuto descendía más y más, hasta que por fin llegó. La luz se filtraba por entre unas grietas en la tierra. Unos metros más allá, estaba la entrada a la mina de Oirad, debía ser desde allí de donde venia la luz. Saluc caminó hasta la entrada, al llegar leyó unas runas en la puerta de piedra, debía ser un acertijo para entrar. La inscripción estaba en Khuzdul, y casi nadie en su bosque lo hablaba. Pero en Laithiria, su profesor de lenguas le había enseñado un poco del idioma de los enanos y Saluc conocía algunas palabras. “Zharr, Az, Klad – Ankor”. Decía la inscripción. Saluc, pensó primero en decir las palabras tal y como estaban en voz alta, pero eso no funcionó. Así que tradujo las palabras y las dijo en voz alta:
–Fuego, Hachas, Armaduras-Dominio.
La puerta de piedra se corrió a un lado. Saluc se asustó al ver esto, pero luego ese miedo se transformó en curiosidad y Saluc ingresó rápidamente a la mina.
Todo estaba oscuro, había mesas de piedra, botellas de cerveza quebradas tiradas en el suelo y animales rastreros de toda clase. De nuevo, Saluc observó la luz amarilla al fondo, estaba más reluciente aun. Siguió el resplandor por varios minutos hasta que por fin supo que era. La emoción contuvo a Saluc.
–Esto es…esto es un sueño. –Pensó Saluc, al ver frente a sus ojos, la olla con monedas de oro más grande que jamás hubiese visto.
Se acercó, y vio que la olla era casi de su tamaño, estaba llena con relucientes y pequeñas monedas de oro solido. Saluc tuvo miedo, de que algún enano lo encontrara, pero aun así, siguió.
La cesta aun la tenía en la mano, la vació y la volvió a llenar con monedas de oro. Saluc salió velozmente de la mina, seguro algún enano lo encontraría. Corrió hasta el bosque, de nuevo cruzó la pared transparente, se acercó al rio y tomó agua. Descansó unos segundos y marchó de nuevo a la cabaña de Froelder. El corazón de Saluc latía a mil, y de nuevo sentía dolor en sus piernas. Saluc se acercaba más a la cabaña, hasta que al fin llegó.
Froelder, escucho el ruido de la puerta al abrirse, era Saluc.
–Hola, Saluc. ¿Que me has traído? –Dijo Froelder, contento de que el muchacho hubiera llegado con bien y a tiempo.
Saluc no prestó atención y subió corriendo a su cuarto, abajo, en la sala, Froelder oyó el ruido de la puerta al cerrarse bruscamente.
–Pero, que le pasa a este chico. –Pensó el elfo.
Saluc puso la cesta con oro sobre la cama, pensó en que iba a hacer con eso. ¿Le daría a su padre? ¿Pediría que le forjaran una nueva espada de oro? ¿Cambiaria eso por joyas o por herramientas de guerra?
–Una ballesta, joyas, espadas de mithril, arcos y flechas. –Pensaba Saluc y cada vez se entusiasmaba más. –Pero antes iré por más de ese oro.
Saluc vació las monedas en un cajón de su tocador. La cesta quedó vacía. Pero ahora, que le diría a Froelder de los frutos.
“Toc toc toc” La puerta de la habitación se oyó.
–Saluc, ¿estas bien? –Dijo Froelder al otro lado de la puerta.
–Si estoy bien.
– ¿Que frutas me trajiste?
–Lo siento…mmm… –Saluc sonaba extraño– No recogí nada.
– ¿Qué? ¿Estuviste todo un día fuera, y no recogiste nada? Lo siento, pero no podré pagarte esta vez.

lunes, 13 de agosto de 2007

Robo en Oirad - Capitulo 1


Bueno, empecé con mi nueva historia. Voy a estar publicando por partes, pero no se la frecuencia con que lo haga. Muxas gracias a Malfuin por su ayuda con los nombres y a Alandur por leer y comentar.

Espero que sigan mi historia y lo mas importante que me apoyen.

Bueno, no les quito mas tiempo. Espero que les guste!


CAPITULO 1
Saluc era un elfo fuerte, con cabello largo, ojos grandes y azules, buen arquero y espadachín. La historia de Saluc no es muy buena, cuando era niño, con tan solo 13 años de edad, su madre murió atravesada por un hacha. Fue en el año 287, cuando la guerra contra los enanos se inició. Un grupo de 800 enanos atacaron la ciudad donde Saluc vivía, Laithiria, donde casi todo se derrumbó, pero en el año 295, un nuevo grupo de elfos habitó la ciudad y la levantó de nuevo, pero Saluc, su padre y los pocos sobrevivientes de la guerra, se trasladaron a Lhakgud, un bosque al sur de Laithiria, el cual ya estaba habitado por elfos viejos. Saluc se sintió derribado al salir de su ciudad, donde vivió su corta infancia. A los 25 años el padre de Saluc, Hitrilen, lo envió a trabajar con Froelder, un elfo humilde que tenía una casa cerca del Rio Guldûm-ger, en el bosque de Lhakgud. Froelder, era un viejo y sabio elfo. Recogía frutos del bosque y los vendía en Suâlin, la ciudad de los hombres en el norte.
–Saluc, un gusto tenerte por mi humilde cabaña. –Dijo Froelder con un sutil carcajeo– Vamos, sigue.
Froelder recibió a Saluc, le invitó a sentarse y le sirvió una copa de buen vino.
–Saluc. Hitrilen, tu padre, me dijo que te diera trabajo. Por ahora, empezaras recogiendo frutos. No es un trabajo relevante, pero si lo haces bien podría recomendarte con humanos o elfos de otros bosques. –Mientras Froelder hablaba, Saluc parecía distraído. – Cuando salgas en busca de los frutos siempre recuerda que no debes salir de Lhakgud, fuera hay mucho peligro y el mundo externo a Lhakgud no esta hechizado como lo esta el bosque. Es por tu protección. No olvides mis palabras.
Saluc miró a Froelder irónico, creía que esas palabras eran solo habladurías.
–Y que dices Saluc, ¿deseas empezar ya, o quieres descansar un rato?
–No trabajo tan tarde. ¿Donde esta mi habitación? –Dijo Saluc. Estaba ya cansado, había caminado desde su hogar, hasta la cabaña de Froelder, y no era un camino corto.

Al día siguiente, Saluc se levanto temprano. Adormecido, bajó a la sala. Desde hacia rato había escuchado unos ruidos fuertes. Al llegar abajo vio a Froelder con unas herramientas.
– ¿Qué sucede aquí? –Dijo Saluc adormecido.
–Te estoy fabricando una cesta. –Dijo Froelder con entusiasmo– Con ella recogerás los frutos y me los traerás aquí. Tu paga será diaria. Te daré 1 moneda de oro por cada fruto que me entregues.
–Y, ¿que te gustaría que te trajera? –Preguntó Saluc.
–Trae cualquier fruto fresco que encuentres, manzanas, mangos, duraznos, bayas, etc. Pero quiero que sean frescas.
La cesta estaba terminada, Froelder se la entregó a Saluc.
–Ten mucho cuidado con esta cesta, esta echa con el mejor mimbre que podrías encontrar en el bosque y además tiene un conjuro, con el que las frutas que encuentres no se pudran dentro de la cesta. –Le dijo Froelder a Saluc, como un elfo sabio que era.
–Está bien, la cuidaré. Solo una última pregunta, ¿A que hora regreso?
–Vuelve cuando el sol se este poniendo, no esperes la noche por que los lobos podrían hacerte daño. Como tú sabes. –Empezó a explicar Froelder con voz de aviso– el hechizo del bosque, echo por viejos elfos más viejos que yo, fundadores de Lhakgud, es un hechizo que nos protege de Orcos, monstruos enemigos y animales, pero el poder del hechizo se esta debilitando y muchos orcos ya han atacado partes de Lhakgud, los animales entran y salen cuando quieren, y estos enemigos aprovechan la caída de la noche para acechar. Te lo repetiré por última vez, no dejes que la noche te coja, o, Saluc, hijo de Hitrilen, que en paz descanses.

Al salir de la cabaña, Froelder le dijo una bendición.
–Surakctren Larmenduas. –El viejo elfo tocó la cabeza de Saluc y lo despidió con un beso en su mejilla.

Saluc, caminaba por la orilla del rio. Cada vez que encontraba un árbol, buscaba su fruto y lo introducía en la cesta. Ya había caminado casi dos horas y la cesta apenas llevaba la mitad de su capacidad llena.
El sol ya estaba en su cenit, ahora empezaría a descender. Tenía 6 horas para continuar buscando frutos, pero ya estaba cansado. Tenía gotas de sudor bajando por su cara, sus pies estaban maltratados y las piernas le dolían como nunca. Se sentó en una piedra, recogió agua del rio con una botella que se había llevado y tomó. Al levantarse para continuar, su estomago se estremeció; tenia hambre. Pensó en pescar, así que se introdujo al agua y trató de agarrar un pez con sus manos. Tras casi media hora de intentar agarrar un pez, por fin lo logró. Ahora, su problema seria comérselo. No se lo quería comer crudo, pero no podía perder más tiempo en encender fuego, así que crudo se lo comió.
Ya estaba reposado, las piernas yo no le dolían tanto como antes y el hambre no lo molestaba, ese pescado se la había calmado. Siguió caminando y recogiendo frutas.
El sol se estaba poniendo ya y Saluc pensó en regresar, pero una luz a lo lejos lo atrajo.